El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

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Juan Bolea

Nazis en Madrid

Nazis enMadrid

En estas largas semanas de guerras y espías entran muy bien las novelas de espionaje. En especial, si son tan entretenidas como la que Luis Roso acaba de publicar con el contundente título de Todos los demonios (editorial Alrevés). En su trepidante trama, el autor nos traslada al Madrid de Francisco Franco. Son los años duros de la dictadura. El franquismo hace tiempo que ha dominado y penetrado todos los sillones, rincones y resquicios del poder, y también el espíritu de muchos españoles, reduciendo su visión del mundo a la versión de la facción triunfadora.

Sin embargo, y pese a monopolizar los medios, despachos y principios de la autoridad y el orden, los policías de Franco no están solos. Espías o agentes norteamericanos y alemanes, motivados y movidos por muy distintos intereses, pululan por ese Madrid en blanco y negro. Como si la Segunda Guerra Mundial no hubiera acabado, la rivalidad entre aliados y nazis mantiene un rescoldo en la España que se había mantenido, en teoría, neutral, pero que, en la práctica, y a partir del nuevo gobierno franquista, ayudó a innumerables oficiales y agentes de Hitler a escapar hacia distintos países de Sudamérica. No todos, no obstante, llegaron a cruzar el Atlántico. Será precisamente la presencia de nazis en Madrid y la muerte de uno de ellos, un profesor alemán al frente del Instituto Goethe, lo que pondrá en marcha la investigación, acción y ritmo de Todos los demonios.

Su protagonista, un policía español, el inspector Ernesto Trevejo, empatizará con el lector gracias a sus hechuras descaradas, a su eficacia profesional y a un aire aventurero, desenvuelto, nada rígido, en absoluto corporativo, nunca dogmático —pese a aceptar, ¡qué remedio!, el régimen—. Ágil de mente, escéptico, divertido, heterodoxo, a veces ingenuo, descreído las más, Trevejo hará de los vicios españoles virtudes policiales, y de la persecución del delito una aventura personal compartida con otros. Especialmente, con los lectores.

Una novela que está bien planteada, con muchos y buenos personajes, notable ambientación, abundante documentación, dinámicos diálogos y, lo mejor, una intrigante trama de espionaje al fondo. Género de moda gracias a ese agente ruso que, habiendo llegado a gobernar una superpotencia, prefiere que lo recordemos, más que como espía. Como criminal de guerra.

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