Los Lunes Santos suelen ser días tranquilitos, la primera bocanada de Semana Santa de este pasado domingo nos ha dejado ya saciados, en el sentido de que lo que tenemos, ya no es hambre de cofradías, sino apetito... hablando de apetito, seguro que, a estas alturas, ya se han tomado alguna que otra torrija o su buen taquico de bacalao, tan típicos de la gastronomía semanasantista.

Me van a permitir que me centre en dos de las procesiones de esta noche, no quisiera que las demás Cofradías se sintieran menospreciadas, pero mi espacio es corto y tengo que ir al grano.

Si quieren hacerme caso, les recomiendo que no se pierdan el final de la procesión de La Exaltación de la Santa Cruz; vayan pronto a coger sitio, porque la plaza junto a la Real Maestranza de Caballería se pone de bote en bote para ver uno de los momentos más sobrecogedores de nuestra Semana Santa: luz tenue y macilenta, silencio, cantos corales y un marco arquitectónico que nos retrotrae a una Zaragoza renacentista. La pildorita curiosa viene ahora, resulta que el Paso de la Exaltación consta de cuatro figuras, lógicamente Cristo crucificado y tres personajes que alzan la cruz, pues bien, estos personajes representan las tres edades del hombre: juventud, madurez y senectud; queriendo plasmar que el hombre en cada momento de su vida mete la pata y ayuda a clavar un poco más a Jesús en la Cruz.

La segunda procesión que destaco hoy es el nuevo recorrido que estrena la Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores. Conmemorando los, nada más y nada menos que quinientos años de la fundación de la Hermandad de San Joaquín, esta Cofradía realizará una pequeña procesión que, partiendo del Colegio Compañía de María, terminará en una nueva iglesia que se une al elenco de capillas que acogen nuestros Pasos procesionales, la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, capilla del Hospital Provincial. La sección de instrumentos acompañará a tres cruces In Memoriam, puesto que es una procesión en recuerdo de los difuntos de la Hermandad en estos quinientos años. Una nube de incienso envolverá a la procesión, que no llevará ningún Paso procesional, en lo que promete ser un espectáculo sensorial que, a buen seguro, emocionará nuestras almas cofrades.

Todo ello, como siempre, si el tiempo lo permite... ya será mala suerte que ahora que la pandemia nos da cierta manga ancha, vuelva a ser el clima el que pueda llevar al traste lo planificado. Pónganle una velita al santo de rigor, por favor, a ver si no llueve.