El Periódico de Aragón

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Candido Marquesan

Tercera página

Cándido Marquesán

Ya están aquí, los de siempre

Las nuevas ultraderechas no necesitan un discurso de calidad que les dé mayor legitimidad

Los Indignados, Occupy, Syriza, Podemos, Corbyn, Sanders y Nuit Debout eran poderosas respuestas desde la izquierda y si fracasaron no fue solo por su propia debilidad y desavenencias internas como en Unidas Podemos (UP), sino porque tenían un poderoso enemigo: la burguesía neoliberal. Para esta, la principal amenaza no es el fascismo, sino la izquierda democrática. De ahí, sus políticas calculadas para destrozarla. Un buen ejemplo es España. UP fue atacado desde todos los frentes económicos, mediáticos, judiciales. Se hizo razón de Estado la compra de un chalet con una hipoteca a treinta años. Un piso en el Madrid interior la hubiera tenido mayor. Mas, da igual. Objetivo conseguido.

Isabel Díaz Ayuso.

Lo han echado de la política activa. Hoy UP muestra gran debilidad. Gran parte de la sociedad piensa que se lo tenían merecido, a pesar de sus políticas sociales progresistas en el gobierno de coalición. Ahora van a por Yolanda Díaz. Y, por supuesto, a por Pedro Sánchez. A este nada más llegar a la Moncloa, incluso ya antes. En febrero de 2019, Pablo Casado le dedicó 21 insultos, aparecidos en la prensa capitalina, en una comparecencia de unos minutos. Traidor, felón, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso compulsivo, ridículo, adalid de la ruptura de España, irresponsable, incapaz, desleal, catástrofe, ególatra, chovinista del poder, rehén, escarnio para España, incompetente, mediocre y okupa. Y poco ha, un individuo, de cuyo nombre no quiero acordarme, juez (excedente) y catedrático de Universidad. – ¿De dónde habrá venido? ¿No será una reencarnación de alguna de las páginas más siniestras de nuestra historia?– lo ha comparado con el Führer. Todos estos ataques furibundos tienen secuelas. ¿Cuáles? Ya están aquí los de la bandera, Covadonga, la Reconquista, las Navas de Tolosa, los Reyes Católicos, Pizarro, Lepanto, el Alcázar. Nada nuevo cara al sol. Como señala Jorge Dioni, alguien se cuestiona los motivos del atraso español. Los tiene delante.

El mundo discutiendo sobre las redes 5G o los nuevos modelos de energía o movilidad y aquí estamos con los toros, la caza o Hernán Cortés. Tenemos más atrasistas que progresistas. Los atrasistas hablan de historia o tradiciones sin tener ni idea de historia o tradiciones. Son los que no saben vivir sin tocar las narices a los demás, sin odiar a alguien, sin insultar. Son los que no soportan tener que respetar a todo el mundo. Los que les cabrean cuando otros adquieren derechos. Los que añoran perseguir o ridiculizar a los demás.

Esta gente, la que habla de toros, caza y procesiones, es la que ha gobernado casi siempre. Entre pagar a investigadores o profesores de religión, optamos por lo segundo. Y así nos va. Por ello, podemos entender por qué España es el único país que no hace un cordón sanitario al fascismo.

Y entre ese colectivo de atrasistas están esos empresarios –algunos de alta alcurnia nobiliaria– que se forraron con la adquisición de material sanitario para el Ayuntamiento de Madrid sin enterarse el alcalde. Señor Feijóo, estos sí que se forraron. Un yate, coches de alta gama y relojes de lujo. Seguro que durante la pandemia se manifestaron con cacerolas en el barrio de Salamanca. Lamento decirlo, mientras no se demuestre lo contrario, la corrupción campa a sus anchas en la capital. Así que la Operación Púnica, o la Gürtel... ¡Qué genialidad! Seguro que pasa a los anales de la innovación política. «Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid sino España?» Confío que España sea mucho más que Madrid. Yo ya no me sorprendo de nada de lo que ocurre en Madrid.

La gran pregunta es por qué en la capital de España hay tanta corrupción. La razón principal es que en Madrid hay mucho dinero. A más dinero, más que ganar y que robar. Un mismo partido lleva muchos años gobernando, generalmente con mayoría absoluta. Apenas hay medios de comunicación capitalinos que controlen a los políticos, a causa de las subvenciones recibidas de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Y son esos políticos Isabel Díaz Ayuso (IDA) y José Luis Martínez-Almeida los que dicen donde mejor está el dinero es en los bolsillos de la gente. Lo cumplen a rajatabla. Aquí en la capital de España, como señala Pedro Vallín, ha tomado cuerpo un viejo nacionalcatolicismo que huele a Farias e incienso de sacristía, con un momento trumpista definido por la imantación popular de la más patente y violenta imbecilidad política. IDA muestra el nivel deprimente que puede alcanzar la política. Representa el trumpismo.

Las nuevas ultraderechas no necesitan un discurso de calidad para que les dé legitimidad o para conseguir que sus ideas penetren. Porque sus ideas penetran diciendo gilipolleces. Yo añadiría, auténticas chorradas. ¿Ha dicho algo interesante, destacable en su discurso IDA? Cuantas más y mayores estupideces dice, más la votan.

Termino recurriendo a un discurso plenamente actual de Manuel Azaña de 1911, El problema español, pronunciado en la Casa del Pueblo de Alcalá de Henares, en el que apelaba al pueblo español para que reaccionase y saliera del sopor: «Además nos impulsa otro sentimiento: nos impulsa la indignación. ¿Vosotros no la sentís? ¿Vamos a consentir siempre que la púrpura cuelgue de hombros infames? ¿Vamos a consentir que la inmensa manada de los vividores, de los advenedizos manchados de cieno usurpe la representación de un pueblo y lo destroce para saciar su codicia?».

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