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Candido Marquesan

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Cándido Marquesán

Guerra de España, no guerra civil

La dimensión internacional fue decisiva en la preparación del golpe, el conflicto y la dictadura

Un aviso a navegantes despistados, que dirán «otra vez con la guerra civil». Pues las derechas recurren constantemente a ella. Poco ha, el Ayuntamiento de Madrid recuperó el nombre de la calle del Crucero 'Baleares', que bombardeó a la población civil de la 'Desbandá' que huía de Málaga a Almería. El nombre anterior era el del barco 'Sinaia', que ayudó a emigrar a gente hacia México que huía de la guerra. Como también recuperó la calle de Millán Astray y arrancó a martillazos la placa de Largo Caballero.

La terminología en historia nunca es intrascendente. No es lo mismo «golpe militar» que «alzamiento nacional» para explicar el inicio de la guerra civil o guerra de España. Para la historiografía científica hubo un golpe militar, del cual una democracia nunca es responsable; ni un gobierno legítimo, surgido de unas elecciones democráticas, puede calificarse como un bando. Y todavía en nuestra democracia hay partidos que niegan tales evidencias. Las consecuencias son muy graves, ya que una memoria colectiva consensuada es imprescindible para construir una identidad colectiva nacional.

La terminología en historia nunca es intrascendente. No es lo mismo «golpe militar» que «alzamiento nacional»

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Hoy quiero plantear cambiar el término de guerra civil por de la guerra de España. Tal idea lo sugiere el historiador David Jorge en el libro 'Inseguridad colectiva. La sociedad de Naciones, la Guerra de España y el fin de la paz mundial'.

Obviamente hubo una guerra civil entre españoles, que lucharon en diferentes ejércitos. Mas, es más apropiado el término de guerra de España, porque hubo una clara intervención internacional, fundamental en todas las fases del conflicto: en la preparación del golpe, en el desarrollo de la guerra, en su resultado final e incluso en el mantenimiento de la dictadura de Franco tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. En todos estos momentos, la dimensión internacional fue absolutamente decisiva. No se puede, por tanto, reducir el conflicto a una mera guerra civil. Se habla de guerra de Corea o de Vietnam, aunque también en ellas hubo un enfrentamiento civil.

Muy ilustrativo

Resulta muy ilustrativo el discurso, pleno de desesperación, de Julio Álvarez del Vayo en septiembre de 1936 ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones, sobre esa dimensión internacional, en el que advierte que la guerra española es ya una guerra mundial, incluso habla de guerra futura; denuncia el apoyo de los países fascistas a los golpistas, así como del abandono al gobierno de la República por parte de las democracias occidentales, con la excusa de la no intervención.

«La guerra futura, aunque pudiendo en apariencia ser el choque de dos Estados, será el choque, la contradicción siempre dramática en la Historia, de dos mentalidades, de dos concepciones distintas de la vida. (...) Los campos ensangrentados de España son ya los campos de batalla de la guerra mundial. Esta lucha, una vez comenzada, se transformó inmediatamente en una cuestión internacional. El agresor ha recibido –esto es incontestable– una ayuda moral y material de los Estados cuyo régimen político coincide con aquél a que aspiran los rebeldes. Hablo aquí ante una asamblea de hombres de Estado, de hombres de gobierno, sobre cuyas espaldas pesa la responsabilidad del bienestar y de orden en su país. ¿Cuál de entre ellos no comprenderá que nosotros, hombres responsables del porvenir de España, de todo el pueblo español, no interpretamos eso que se llama «no intervención» más que como una política de intervención en perjuicio del Gobierno constitucional y responsable?

Resulta muy ilustrativo el discurso, pleno de desesperación, de Julio Álvarez del Vayo en septiembre de 1936 ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones

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¿Cuál de entre ellos no reconocerá que es para nosotros absolutamente inadmisible que se nos quiera poner en el mismo plano que a los que, violando el juramento de honor hecho a la República, se levantaron, con las armas en la mano, para destruir nuestro régimen de libertad?»

Azaña en 'La Velada de Benicarló' reafirma esa dimensión internacional:

«Enumerados por orden de su importancia, de mayor a menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa; la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de julio, si las otras tres causas, singularmente la primera, no hubiesen obrado a su favor?»

Término impuesto

Recurriendo de nuevo a David Jorge, el término impuesto de «guerra civil» responde a unas razones determinadas, sobre todo del Reino Unido. Concretamente, fueron tres. Primera, preservar los intereses económicos y geoestratégicos del Imperio Británico en Riotinto, Gibraltar y Baleares. Segunda, según avanza la guerra, a Londres le interesa justificar la No Intervención. Quiso venderla como un éxito alegando que había logrado limitar el conflicto, a pesar de ser internacional, a las fronteras españolas. La tercera, terminada la Segunda Guerra Mundial, fue cuando más se enfatizó la idea de la 'Spanish Civil War'. Servía perfectamente para separar la guerra española de la mundial y, así, justificar que los aliados no procedieran a liberar la España de Franco después de hacer lo propio con Italia, Alemania y Japón.

El abandono de los aliados al Gobierno legítimo de la República sirvió para consolidar y mantener la dictadura franquista, lo que le llevó a Indalecio Prieto a decir con pleno acierto que la República fue vencida dos veces: por el fascismo en 1939 y por los aliados en 1945.

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