El Periódico de Aragón

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Nicolás Espada

El artículo del domingo

Nicolás Espada

Jugando con el estadio

Se dice que se está más cerca que nunca de conseguir tener un nuevo campo de fútbol en Zaragoza, pero falta lo fundamental: saber cómo se paga. Mientras esto no se resuelva estaremos asistiendo a debates de cara a la galería. Y ya sobran

No hay ninguna ciudad en España que lleve tanto tiempo detrás de un campo de fútbol en condiciones como ocurre en Zaragoza. Y probablemente sería difícil encontrar un caso parecido en otra ciudad de cualquier país de nuestro entorno. Solo hay que pensar que en tiempos del alcalde José Atarés ya se presentó un proyecto alternativo al de la actual Romareda. Y el difunto político del PP fue alcalde entre abril del año 2000 y junio de 2003. Casi nada. Ahora todos decimos que estamos más cerca de conseguirlo. Porque estaba en la agenda electoral del alcalde, Jorge Azcón, como proyecto bandera; porque la mayoría de zaragozanos reconoce que es necesario; porque todos los partidos representados en el Ayuntamiento de Zaragoza están de acuerdo en impulsarlo; porque el Gobierno de Aragón ha dicho sí a colaborar; porque tenemos dos candidaturas de sedes deportivas para el año 2030 que pasan por Zaragoza, los Juegos Olímpicos de Invierno (??) y el Mundial de Fútbol y necesitan un estadio que cumpla con todos los parámetros establecidos y porque el club que más usa el campo, el Real Zaragoza, ha cambiado de dueños y da la impresión que estos nuevos propietarios sí tienen dinero y vienen a España, como cualquier empresa, a hacer negocio.

Pero la pregunta se impone: ¿quién lo paga? Los partidos no van a poner dinero. El Gobierno de Aragón colaboraría pero no se sabe cuánto aportaría. El Ayuntamiento de Zaragoza no tiene dinero ni ha comunicado cómo obtenerlo. Los nuevos dueños del Real Zaragoza no han dicho nada, al menos públicamente, y las autoridades dicen desconocer sus opiniones. Y nada se sabe tampoco de que haya empresas dispuestas a financiarlo. Eso sí, sabemos que a varios de los políticos que están en el ayuntamiento les gustaría que estuviera ubicado en el mismo sitio que ahora o en el Parking Norte del Actur o en Valdespartera. Y que se va a consultar a los zaragozanos. Bien. Pero ni rastro del dinero, y cuando alguien se va a comprar un piso tiene que saber cómo pagarlo y este caso es exactamente igual.

Por eso estos acelerones en los debates políticos da la impresión que son juegos de cara a la galería porque sería muy obsceno que todo estuviera apalabrado y que solo algunos conocieran ya el final de este culebrón. Lo mejor sería esperar a hablar con Jorge Mas, el futuro presidente del Real Zaragoza, a ver sus intenciones con el campo. No sea que quieran levantar un estadio, con complejo deportivo y de ocio adjunto, como el que van a construir en Miami. Nadie sabe si ellos quieren tener un campo de fútbol propio. O si estarían dispuestos a colaborar con el Ayuntamiento de Zaragoza de alguna manera. Eso es clave. Lo demás, de momento, son juegos que tienen el interés mediático pero que se desconoce cuál será el verdadero resultado.

Si la nueva propiedad del club, desligada ya de los dueños aragoneses que se supone que van a dejar de ser accionistas en breve, según dijeron (aunque se les ve a menudo con el nuevo director general, Raúl Sanllehí) no va a hacer ningún campo, habrá que negociar con ellos su participación en el proyecto, y a partir de ahí el equipo de gobierno municipal deberá buscar cómo financiar el estadio.

Sin dormirse en los laureles, por supuesto, y con el objetivo de tener resuelto el asunto en la presente legislatura, para lo cual tenemos un año. Pero sin aspavientos y comentarios de cara a la galería, y con propuestas concretas, creíbles y, sobre todo, que no beneficien a los de siempre, que es lo que todas las veces ha sobrevolado los proyectos del nuevo campo de fútbol. Si todo saliera así, el alcalde cumplirá con su propósito/promesa, aquel de la foto electoral con el entonces presidente del Real Zaragoza, Christian Lapetra, en el césped de La Romareda; la ciudad saldrá del atasco monumental que tiene con el campo de fútbol en todo este siglo y parte del pasado, y los zaragozanos podrán disfrutar de una infraestructura que no solo debe servir a los intereses del Real Zaragoza, sino para otras muchas actividades deportivas y también culturales. Seguramente estamos más cerca que nunca de conseguirlo, pero hace falta sentido común, mucho tacto político y lealtad con la ciudad.

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