El Periódico de Aragón

El Periódico de Aragón

Juan Bolea

Sala de máquinas

Juan Bolea

Reporteros de guerra

En estos días de celebración de la Prensa y de la libertad de expresión, de sus diarias connotaciones con el ejercicio de los derechos individuales y libertades sociales, cobran protagonismo los reporteros destacados en Ucrania. Hay allí cientos de profesionales arriesgando a cada hora sus vidas para que podamos tener información fidedigna de lo que está sucediendo en las ciudades asediadas por las tropas del mayor asesino de hombres indefensos, mujeres y niños que hoy vive y respira bajo la faz de la tierra: Vladímir Putin.

Detrás de cada uno de esos periodistas o foto—reporteros, cámaras o locutores, presentadores o analistas hay un héroe silencioso, discreto, que apenas se atreve a saludar las raras veces que los focos se dirigen a él en justo reconocimiento a su labor. El hecho de estar detrás de la noticia pero delante de las balas habla mucho a favor de su valor, pero hay que tener valentía por arrobas para soportar semanas y meses de brutales ataques o dantescas escenas en Ucrania, Siria, Irak, allá donde los conflictos bélicos lleven a estos intrépidos informadores, casados con la emoción, la tensión y el peligro.

Una de esas bravas reporteras, Clarissa Ward, de la CNN, acaba de publicar un extenso relato,

decoration

Una de esas bravas reporteras, Clarissa Ward, de la CNN, acaba de publicar un extenso relato, 'En todos los frentes' (Roca Editorial), en cuyas páginas recoge varios de sus mejores reportajes.

Uno francamente arriesgado fue el que le llevó, en Moscú, hasta la puerta de uno de los agentes secretos que supuestamente habían envenenado a Alexei Navalny con un producto químico denominado Novichok. Al serle administrado por los esbirros de Putin, el opositor Navalny, que en aquel momento se encontraba en pleno vuelo, empezó a sentirse mal y a punto estuvo de no sobrevivir al envenenamiento. De hecho, no lo habría logrado de no haber sido trasladado a un hospital alemán. Una vez recuperado, regresó a Rusia, donde de nuevo lo procesaron y encarcelaron, para seguir torturándolo o envenenándolo en prisión. Ward relata su encuentro con aquellos sicarios a las órdenes del Kremlin con una economía de palabras encomiablemente aplicada a la somera descripción de sus propias sensaciones, relegadas a favor de la transmisión de los hechos.

Nuestro reconocimiento y admiración a estos otros héroes de guerra: reporteros sin fronteras.

Compartir el artículo

stats