El Periódico de Aragón

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José Mendi

Yoli, la Melenchona

Lo que diferencia a los husmeadores de los fisgones es la bondad o la malicia de sus objetivos

Los curiosos espían para obtener un beneficio. Los espías curiosean para hacer daño. Este comportamiento universal es muy similar, pero lo que diferencia a los husmeadores de los fisgones es la bondad o la malicia de sus objetivos. Nos gusta indagar sobre nosotros mismos, los demás y nuestro entorno. Aunque nos molesta ser diseccionados con indiscreción. Al mismo tiempo, nos encanta que nos curioseen con la benevolencia del interés.

Ser una persona influyente significa que consigues focalizar la atracción de la curiosidad. Si además eres capaz de monetizar esa hipnosis del interés, te conviertes en un influencer. La ansiedad por conocer lo inaccesible es el principal rasgo de los indiscretos. El deseo inconfesable de los humanos es acceder al pensamiento de los otros. La telepatía es el gran poder al que aspiramos, siempre que no sea reversible. Queremos saber lo que piensan los demás, pero no comunicarnos con ellos. Deseamos dominarlos para someterlos, no para entenderlos.

Sin embargo, nos preocupan más las maledicencias que las cavilaciones insanas. Los pensamientos no se contagian, los comportamientos sí. El qué dirán es más peligroso que el qué pensaran. De hecho, ha protagonizado la censura más extendida, y asumida, sin que necesite agentes de vigilancia para su cumplimiento. El poder no necesita controlar lo que hacemos ni lo que decimos. Si consigue limitar la curiosidad, impedirá el deseo de conocer. Si consigue corromper el conocimiento, eliminando el acceso crítico al mismo, conseguirá que nos comportemos como creemos hacerlo libremente, pero en realidad lo haremos según sus propios intereses.

El escritor italiano Umberto Eco, en su obra El nombre de la rosa, lo dejaba claro. El miedo al conocimiento y a la risa, son la base del poder (representado en la novela por la Iglesia católica). Sin curiosidad y sin humor, no hay presente ni futuro. Hemos escuchado hasta la saciedad que la información es poder. Lo importante hoy es el poder de desinformar, y para eso no se necesita tener datos sino disponer de la capacidad de ofrecerlos según nos convenga.

De esta forma los datos son opiniones que construyen informaciones. Parafraseando a McLuhan el dato es el mensaje. Los pensamientos son hipótesis que, a través de razonamientos, se convierten en conclusiones. Sólo una pequeña parte se verbaliza u observa. Se pueden grabar conversaciones pero no los pensamientos que conducen a ellas. Si nos ponemos puros, un posible comportamiento delictivo podría serlo en su razonamiento, pero no en su ejecución visible. Y viceversa.

Afortunadamente hablamos de psicología ficción. La telepatía no existe y hemos comprobado, estadísticamente, que el azar es tan efectivo o más que la adivinación del pensamiento. Otros fenómenos patológicos, como el pensamiento sonoro, lleva a algunos sujetos a escuchar su propio pensamiento o el de otras personas. Pero ni son espías mentales ni tienen capacidades paranormales. Se trata de alucinaciones que pueden aparecer en trastornos como la esquizofrenia.

La obsesión por conocer, transita de la curiosidad al espionaje en la escena política. Los independentistas y el PP siguen a lo suyo, para evitar lo de todos. Las escuchas son menores si hablamos de que, por primera vez en la historia, España alcanza los 20 millones de trabajadores. Los decibelios bajan porque la mitad de los contratos de abril son indefinidos. Eso sí, los empresarios racanean una subida salarial que impedirá a sus empleados adquirir lo que producen, porque la nómina no les alcanza. ¡Luego se quejarán en la CEOE de la falta de beneficios! La patronal cambia el pacto de rentas por uno de restas. Los sindicatos de clase siguen en una batalla que se traslada a la negociación colectiva pero que es electoral.

En Aragón la noticia, esperada, es que Aragón Existe y existirá en las elecciones municipales y autonómicas de 2023, también en Huesca y Zaragoza. El voto antisistema transita de la política vaciada, a los territorios.

Los aragoneses por el mundo de Shanghái podrán votar contra los territorios sin gente, curioso. «El Batallador» de Guitarte tiene trabajo. Lo difícil es convertir una inercia electoral positiva en alternativa de gestión. Que se lo pregunten a los fantasmas naranjas de Ciudadanos y a los apurados violetas, en busca de su coalición soñada en la Feria de Sevilla. Por allí se vio a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Lució con arte un «Frente Amplio» de costura francesa, la famosa cantaora política, Yoli, la Melenchona. H

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