El Periódico de Aragón

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Carmen Bandrés

Descontrol emocional

Ansiedad, estrés, descontrol emocional, son facetas de un cáncer que asola con especial crueldad a la juventud. Sorprende la falta de esperanza y expectativas de futuro en una generación calificada como la mejor preparada, la que mayor apoyo ha recibido y la que cuenta con recursos nunca antes ni siquiera imaginados. Pero la infausta realidad se obstina en demostrar que las veredas por las que muchos adolescentes transitan no conducen al paraíso, sino a un infierno jalonado por el alcohol y estupefacientes de todo tipo, con una estación a medio camino, los servicios de urgencia, colmados los fines de semana por comas etílicos y patologías psicóticas, en cuyo origen es fácil encontrar diversas drogas, a veces mezcladas con sustancias que abaratan sus costes al precio de suponer un grave riesgo para la salud. A pesar de todo, se suele ignorar tanto la evidente degradación física como el deterioro físico mental derivado del consumo de estas sustancias que son tan peligrosas.

Con la excepción del tabaquismo, en cuyo declive se han logrado notables avances, es muy reducido el progreso en la lucha contra la drogadicción, campo en el que una organización como Proyecto Hombre supone una de las pocas entidades de referencia. No nos podemos permitir, ni humana ni socialmente, la exclusión de los drogodependientes, cuando lo que realmente necesitan es una oportunidad de rehabilitación. Tal y como pregonara Ortega y Gasset, «yo soy yo, y mi circunstancia», tampoco nos corresponde juzgar ni acusar de viciosos a quienes tienen la desgracia de caer en semejante pozo, sino que, muy al contrario, deberíamos al menos mostrarnos obligados a intentar comprenderlos. Sin embargo, por muchas que sean hoy las voces que claman en silencio, son muy pocas las manos amigas tendidas para ayudarlos a liberarse de su dependencia.

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