Debo reconocer que, entre los novelistas británicos más clásicos, nunca fue de mi especial predilección E. M. Forster. Comparado con Somerset Maughan, Galsworthy, Chesterton y otros contemporáneos siempre me pareció un tanto premioso y algo superficial. Por eso cuando el sello Navona me invitó a releer de nuevo la que se ha considerado su obra cumbre, Pasaje a la India me resistí un tanto, para ceder finalmente ante la magnífica edición y la traducción de José Luis López Muñoz.
Pasaje a la India se basa en una serie de personajes de raza blanca, netamente británicos, obligados o deseosos, según cada cual, a convivir con hindúes en la que fue joya colonial inglesa.
Las ciudades indias, su abigarramiento, con sus costumbres, con la dificultad del idioma y tantos otros obstáculos suponían una seria prueba de adaptación y convivencia para los recién llegados de Londres. La habilidad de E.M. Forster radica en poner en contacto a unos con otros sin que se produzca por ninguna de las dos partes un rechazo inicial que haría imposible, ya no cualquier conflicto, sino la más mínima empatía o sinergia argumental.
Por uno y otro lado, el de la mera vecindad y el más profundo de los sentimientos, va consiguiendo el escritor que ese Pasaje a la India se transforme, además de un viaje físico, largo y agotador, en un tránsito emocional y espiritual igualmente prolongado y difícil.
El amor, en sus distintas manifestaciones, desde la rutina conyugal a la amenaza de un asalto pasional irá poco a poco, página a página, imponiéndose al resto de sentimientos, hasta centrar dramáticamente la trama con un suceso ambiguo, inquietante, que dividirá a británicos e hindúes en dos bloques tan inconciliables como debieron serlo previamente a la colonización.
Ese retorno a la división, al encono, al rencor, tendrá como telones de fondo el prejuicio, el cliché, la injusticia… Y será aquí será donde la pluma de Forster afine con mayor precisión su escalpelo psicológico para trazar definitivamente un elenco de personajes crecidos en torno a sus dudas interiores y a la indudable y persistente presión de un racismo muy lejos de haber sido extirpado.
Un viaje interesante a la India colonial y al alma de sus colonizadores y de sus súbditos, un poco en clave de leyenda negra.