El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

Sala de máquinas

Juan Bolea

Voces y pájaros

La iglesia de San Mateo de Gállego está habitada por algunos espíritus y por muchos pájaros. Estos últimos son los que más se ven. Aves grandes, como las cigüeñas, muy numerosas, anidando en la torre mudéjar o sobre los tejados. Gorriones, vencejos y golondrinas cuyas veloces sombras se proyectan como letras negras sobre la superficie del río encajonado entre riscos coronados de casas que parecen colgar del abismo les disputan el espacio, transparente pared de aire contra la que se dibujan las nubes.

En el interior del templo, Domingo Gaudó, director de la Coral de San Mateo, se disponía a orquestar sus hermosas voces, graves y agudas, de hombres y de mujeres, para atacar un concierto inspirado en una idea del concejal Rubén Martínez Moreno y en el siguiente y sugerente binomio: Víctimas y verdugos. ¿Abundantes ambos en la historia de la literatura y de la música, del conocimiento y del arte? Abundantísimos. Desde Sócrates, condenado por su sabiduría, a Séneca, ejecutado por el poder, o a Paulo de Tarso, crucificado por su fe, sin olvidar a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa (víctimas de la Inquisición), a Cervantes (cautivo en Argel), a García Lorca, víctima el gran poeta granadino del odio desatado por nuestra triste guerra civil, o a Víctor Jara, víctima el gran poeta chileno de la represión militar.

El repertorio que esta magnífica Coral de San Mateo creó para seducir al público que llenaba los bancos de la iglesia incluyó temas clásicos, Stabat Mater, arias de Donizetti o Monteverdi (Ariadna), junto a clásicos modernos como La conquista del Paraíso de Vangelis o La misión de Ennio Morricone. El Romance del Prisionero, la jota de La Olivera, los versos de Alberti o de Juan de la Encina casaron mágicamente en un vuelo de aladas canciones entonadas por un grupo coral cuya calidad, largamente entrenada, asombra por su emoción y altura.

Siendo ésta la clase de manifestación autóctona y nacida de la tierra, de su entorno y raíz, depurada en su lugar y elevada hacia su mismo cielo la que, personalmente, admiro y prefiero. La Coral de San Mateo encarna un excelente ejemplo de cómo la cultura popular reforzada por la sensibilidad y el talento llega a ocupar el lugar del arte.

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