El Periódico de Aragón

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Javier Fernández

Sainete olímpico

Cada cual trata de alimentar las expectativas de sus futuros votantes, sin importar el qué se consiga

El 5 de julio de 1945 se celebraron elecciones legislativas en Reino Unido. Hasta esa fecha había presidido el país Winston Churchill que a los ojos de una mayoría de europeos era el líder que con mayor fuerza se había opuesto a Adolf Hitler. La victoria aliada sobre el nazismo debería apuntarse, en una buena medida, en el haber de este político conservador. Pues bien, fue derrotado en las urnas, siendo el vencedor el laborista Clement Attlee. Se trata de una de las grandes injusticias históricas protagonizadas por el voto popular.

Siendo presidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero le oí decir algo que está en el abc de la teoría política: en unas elecciones lo importante no es lo que hayas hecho, lo son las expectativas que los votantes tengan sobre lo que vas a hacer. Lo destaco por la rotundidad con la que le escuché defender esta idea y porque en aquella conversación salió a relucir la derrota de Churchill en 1945.

Las expectativas, ahí está la clave. No se trata de lo que hayas hecho sino de lo que todos y cada uno de los futuros votantes esperen del candidato. Un intangible imposible de medir.

Llevamos unos meses inmersos en el tira y afloja de la Generalitat de Cataluña, el Gobierno de Aragón y el COE (por el Gobierno de España) para tratar de cerrar una candidatura para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030. Y lo que estamos viendo y oyendo es un perfecto ejemplo de lo que he escrito un poco más arriba: cada cual está tratando de alimentar las expectativas de sus futuros votantes, sin que importe demasiado el que se consiga o no.

Gregor

El Gobierno catalán está en manos de independentistas y todos sus mensajes se dirigen a ese mundo. Sería impensable que la cordura les hubiese entrado de repente y se sentasen a preparar una candidatura negociada que pudiese llevar el nombre de España en el encabezamiento. Hace unos días Juan Antonio Samaranch, actual vicepresidente del COI e hijo del histórico presidente de ese organismo que consiguió las olimpiadas de 1992 para Barcelona, hablando de este tema en una entrevista citó en repetidas ocasiones la expresión Olimpiadas Barcelona Pirineos. Está claro que eso es lo que quieren oír en Cataluña y que una candidatura Olimpiadas España 2030 les produciría sarpullidos. A ello hay que añadir que pactar con Aragón lo sería con un presidente, Javier Lambán, que ha sido especialmente crítico con las tesis independentistas y que no tiene buena imagen en ese entorno.

Por parte del Gobierno de España el protagonismo lo ha tenido Alejandro Blanco, que se va aproximando ya a los veinte años en la presidencia del COE y que tiene amplia experiencia en la preparación de diferentes candidaturas, tanto de verano como de invierno. Sería impensable que hubiese actuado a su libre albedrío, por lo que tenemos que suponer que el Gobierno de Pedro Sánchez ha ido marcando el camino. Si observamos la política que este Gobierno está siguiendo con el independentismo vemos que hay un patrón muy claro: apaciguamiento y muchos litros de tila. Yo supongo que este tema olímpico es uno más de los muchos que se pueden utilizar para ir avanzando, si es que es posible, en la creación de espacios de entendimiento. Decir que no, de entrada, no hubiese sido entendido, por lo que se lanzó a la piscina y ahora es cuando está comprobando que había muy poca agua.

¿Y Aragón? ¿Los votantes aragoneses agradecerán a Javier Lambán este intento o le castigarán por no llegar a un acuerdo? Los intereses en juego son muchos y variados, muy difíciles de aunar. De entrada, hay un sector social, los ecologistas, y otro político, Chunta Aragonesista, que apuestan por no celebrar grandes festejos de estas características. Si nos fijamos en los valles pirenaicos los recelos entre ellos son claros pues ven que es imposible un cierto equilibrio. Peor aún es lo que ocurre con las estaciones pues el diseño que se ha conocido premiaba a la estación, Candanchú, menos querida por este entorno ya que sus gestores han demostrado en estos últimos años mucha avaricia y poca capacidad de colaboración. Si pensamos en el debate entre el medio rural y las grandes ciudades, que aquí sería Pirineos-Zaragoza, vemos que la gran ciudad se llevaría alguna de las pruebas más llamativas.

Para finalizar: y todo esto para nada. Las candidaturas de Sapporo (Japón), Salt Lake City (EEUU), y Vancouver (Canadá) hace tiempo que fueron formalizadas, y son muy potentes. ¿Ha merecido la pena? De momento, en 2026, se celebrarán en Milán-Cortina d’Ampezzo (Italia) dato que no debemos olvidar.

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