El Periódico de Aragón

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Lucía Pérez García-Olivar

‘Juanito’ Fernández, un hombre grande

Me despierto y en un recuadro pequeño del Diario de Teruel leo la noticia sobre un hombre grande: Juanito, el derroche de alegría y corazón que bajó a Zaragoza desde las Cinco Villas y se enroló en torno a Labordeta para estar junto a él desde los años... tantos que no me acuerdo. Como él, junto a él recorrías las carreteras conduciendo, cantando jotas, bebiéndote la vida en el redoble de tu batería siempre presente, siempre fiel y siempre compañero a cuantos te llamamos. La sorpresa es amarga y dura, me pellizco la piel al confirmármela Paco y Juana mientras caen en la copa de los recuerdos rasmia y ternura al 50% hasta llenar, en un perfecto combinado, el tiempo de vivir y de luchar, que del sufrir discreto también te has encargado.

Se nos van poco a poco a otro continente los AMIGOS que abrazamos y siempre respondieron, cuando hizo falta, a una simple llamada de teléfono sin importar la hora ni el tiempo transcurrido desde la última vez que descolgaron. La voz del otro, la imagen, el nombre y el lugar estaban grabados en el alma con la pluma y la tinta que escriben las historias y la línea, con la fuerza irrompible y ligera de una tela de araña, era imperecedera. Te has llevado de viaje las travesuras, tu sonrisa de hombre bonachón y la cuchara de madera que probaba al alba las migas en sartén de Jorcas, supervisadas por mi madre los agostos del 80 y 90, los «dedales» del pacharán «rejodido» que te parabas a catar y nunca adivinaste cómo lo hacía aquél señor tan serio a quien, por lo bajini, terminabas cantándole una jota y pensabas que, fuera cual fuera su pensar, era un hombre cabal. El reencuentro fue hace cinco años con/en Jorcas después de lustros en las sienes y heridas más adentro. En el mismo escenario, miraste al fondo de la plaza y tal vez, sin decirlo, pensaste o no pensaste la frase de Neruda: Nosotros, los de entonces… ya no estamos los mismos. Pero hoy, amigo mío ¿por qué has cogido esa nueva furgoneta? ¿Por qué has dejado tu batería sin sonido? No te reprocho el ansia de viajar al horizonte ni el de, si fuera cierto, volver a ver en él a tantos entrañables compañeros. Me lamento al saber que tu risa, tu abrazo, tu ternura y tus bromas ¡nos eran tan precisas! y ahora, la soledad que nos rodea se hace más grande y entrecava la tierra que nos parió y hace más seco el caballón del errante universo. Solo, aunque sea leve y minúscula y absurda, me queda la ilusión de que nos esperáis al resto en el seno infinito de la utopía por la que año tras año bregamos incesantes, con la pancarta que tanto os alegraba al abuelo y a ti en la plaza de Jorcas. Allí estamos Juanito y allí también tú estás. Un pacharán de aquel señor tan serio por tu eterna memoria.

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