El Periódico de Aragón

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¿Qué fue del apocalipsis laboral?

Las cifras desmienten a quienes vaticinaban más paro y destrucción de empresas por la subida del SMI y más contratación indefinida

Por qué no hay profesionales para trabajar en algunos sectores? ¿Cuáles son los motivos por los que falta personal cualificado? ¿Cuánto habría que pagar a un empleado por el trabajo que realiza? ¿Cómo se puede retener talento y estimularlo? ¿Existe el fenómeno de la gran renuncia? Estas son solo algunas de las preguntas que deberían hacerse las empresas aragonesas si quieren ser competitivas en los próximos años. Por ahora, asisten atónitas a lo que podría denominarse el inicio de la metamorfosis de un mercado de trabajo que encierra demasiadas incógnitas y que parece ir contracorriente de los postulados clásicos. Porque algo está cambiando.

Los datos del Servicio Público de Empleo reflejaban esta semana que Aragón cerró mayo con menos de 59.000 desempleados, lo que sitúa a la comunidad en niveles de paro desconocidos desde octubre de 2008. La contratación indefinida no deja de crecer y los proyectos de inversión en curso anticipan un déficit de profesionales en sectores estratégicos, pero también en actividades tradicionales. ¿Qué pueden hacer las empresas ante este escenario? Se me ocurren dos cosas: dignificar los empleos y hacerlos más atractivos.

«Si algunos empleadores de nuestro país tienen dificultades para contratar trabajadores y trabajadoras, les doy una pista: páguenles más. Ofrézcanles mejores condiciones. Denles más motivos para trabajar en sus empresas», dijo la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Estas palabras las pronunció cuando arrancaba un 2022 que nos iba a deparar más de una sorpresa. Ella fue la piedra angular sobre la que se asienta la nueva reforma laboral, aquella que ha impulsado la contratación indefinida por encima del 40% cuando lo habitual era alcanzar, con suerte, un 10%. Los hechos, por ahora, le dan la razón. La titular de Trabajo ha silenciado a aquellos que pronosticaban una avalancha de despidos y el cierre masivo de empresas después de aprobar varios aumentos del salario mínimo interprofesional (ahora roza los mil euros). Algo que, por cierto ha permitido a los más castigados por la precariedad estirar algo sus ingresos para tratar de llegar a fin de mes en plena espiral inflacionista.

Los afiliados a la Seguridad Social continúan creciendo y en Aragón ya superan los 591.000, lo que se traduce en más empleo, más capacidad de consumo, más gasto, más actividad y, por tanto, más necesidad de contratar para dar respuesta al incremento de la demanda. Y todo ello, en definitiva, permite aumentar los ingresos públicos por la vía de las cotizaciones.

La estabilidad laboral, unos salarios dignos y la mejora de las condiciones de los trabajadores son la base sobre la que ha de construirse el nuevo mercado de trabajo en el que las empresas deben ser protagonistas. Porque el fomento de entornos laborales más saludables les permitirá ser más productivas, eficientes y competitivas.

Un informe reciente publicado por Adecco señala que el nuevo paradigma encierra un cambio de prioridades de los trabajadores. El estudio apunta que el 20% de los españoles ha abandonado su puesto de trabajo por falta de flexibilidad laboral, un factor que será determinante para que las empresas puedan fidelizar su mayor activo, el capital humano.

Las dificultades que atraviesa el entorno empresarial son evidentes. Afronta una coyuntura desfavorable marcada por los elevados precios, la falta de suministros, las turbulencias de los mercados y además sufre los efectos de la guerra en Ucrania. Pero el escenario cambiará. Hoy, las empresas aragonesas están obligadas a hacer un esfuerzo por intentar atraer a más profesionales y talento en los próximos años. La flexibilidad, las facilidades en la conciliación para incorporar liderazgo femenino a las organizaciones, el impulso de la formación interna y una menor temporalidad hacen mejores a las empresas. Aragón debería diferenciarse a través del impulso de este nuevo marco laboral, aunque para ello también sería necesario el apoyo de las administraciones. Quizá así muchas de las preguntas del inicio de este artículo tendrían respuesta.

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