El Periódico de Aragón

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Javier Lafuente

Una cunera sin vergüenza

La política ha tenido paracaidistas desde tiempos remotos. Los andaluces Niceto Alcalá-Zamora, Alejandro Lerroux y, entre otros, el murciano Ramón Serrano Suñer se presentaron por circunscripciones aragonesas durante la Segunda República. Los líderes nacionales socialistas se repartieron en 1986 por toda la geografía española y a Zaragoza le tocó el ministro madrileño Francisco Fernández Ordóñez como cabeza de lista. En 2008, el PP aragonés se quedó mudo de asombro cuando Génova impuso a un leonés, Baudilio Tomé, como segundo en la lista al Congreso por Zaragoza. Y en 2015 los pasmados fueron los zaragozanos de Podemos, que tuvieron que tragarse al gallego José Julio Rodríguez, un militar retirado que ni salió por Zaragoza como segundo ni, poco después, por Almería.

El paracaidista o cunero no es más que la imposición centralista de los partidos a la periferia. Es una práctica vergonzante, casi humillante para los votantes y los políticos locales. En el plano nacional afecta, sobre todo, a las formaciones con buenas expectativas electorales que van cargadas de figuras en la circunscripción más mediática, carismática y dedocrática: Madrid. Como todas tienen su ego y no caben en la capital del reino, se reparten por la periferia con calzador y ciertos complejos de representar a una provincia que no conocen. Algunas acuden casi con la cabeza gacha. Pero lo que nunca había visto es a una cunera orgullosa de su condición. La alicantina Macarena Olona, de Vox, ha aterrizado en Andalucía altiva, desafiante, ignorante de la comunidad que la va a soportar, alardeando de ser una mercenaria de la política que se ha burlado del padrón y de un pueblo de Granada. Sí, soy cunera, ¿qué pasa? .

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