En la reciente Gala de Aragoneses, el presidente de la Comunidad, Javier Lambán, afirmó que su compromiso con Aragón y con el Gobierno de Aragón está por encima de cualquier otro con el Gobierno de España o con los argumentarios y exigencias del Partido Socialista, al que pertenece.
Pronunciado ante un auditorio de mil personas multiplicadas por muchas más por el eco de los medios de comunicación, ese compromiso, que sonó solemne, puede considerarse sincero, por cuanto en los últimos años Lambán se ha enfrentado en numerosas ocasiones al Ejecutivo central y a la propia ejecutiva socialista.
Haciéndolo, según sus propios criterios, en clave nacional al defender la unidad territorial contra el separatismo vasco y catalán; o bien en clave autonómica, reclamando los Bienes de La Franja, los derechos históricos o mayor participación aragonesa en unos Juegos de Invierno diseñados para lucimiento y progreso de Cataluña.
Este posicionamiento político del presidente aragonés no puede entenderse sin su acusado sentido autonomista. Un factor clave, de raíz histórica, popular y sentimental que no siempre —no lo olvidemos--, ha sido barajado ni practicado por los idearios y programas del PSOE.
Al incorporar el autonomismo, y al incorporar a los partidos aragonesistas, PAR y Chunta, a su Gobierno, Lambán ha enmarcado la acción del socialismo aragonés en un ámbito competencial más ambicioso, ensanchándolo a un escenario que sitúa a la comunidad como un ente hasta cierto punto independiente a la hora de pactar o confrontar con comunidades vecinas o con el Gobierno de Pedro Sánchez. Con quien, como es sabido, Lambán ha venido teniendo o manteniendo más amargos desencuentros que felices coincidencias.
Siendo, creo, esta variante, la que con mayor personalidad está dibujando la acción de un cuatripartito, el del Pignatelli, en principio difícil de materializar, pero que, encontrando razones de cohesión en la vocación autonomista de los cuatro partidos aliados, se ha revelado bastante armónico. Asumiendo riesgos, Lambán está demostrando que su compromiso con Aragón es prioritario a cualquier otra condición, mandato, jerarquía… ¿Asumirán los restantes candidatos su nivel de compromiso con la comunidad que aspiran a gobernar?
