El Periódico de Aragón

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Carmen Lumbierres

Fracaso de país

Qué poco ha quedado de aquel país que lloró en las Olimpiadas de Barcelona 92, que se entusiasmó con las Expos de Sevilla o la del agua de Zaragoza, y que corregía a distancia el acento inglés de Ana Botella confiando en las posibilidades de la candidatura olímpica de Madrid aunque la viabilidad fuera más que dudosa. Un país al que los logros deportivos conseguían empastar de nuevo con un proyecto común, y que hoy ante el fracaso de la candidatura Pirineos 2030, en lugar de perdida colectiva se evalúa como la victoria o la resistencia de unos sobre otros.

No creo que lo que nos espera de aquí en adelante, como las partes no cambien el paso, sea beneficioso para nadie, versiones contrapuestas, insultos, audios filtrados, acusaciones de mentira no solo entre instituciones políticas sino afectando a técnicos, deportistas, y cualquiera que pasará por ese movedizo terreno. No sé en qué momento la candidatura de Estado, que unía no solo las fortalezas geográficas y deportivas sino que apoyándose en el olimpismo creía poder trazar un nuevo relato sobre las relaciones Cataluña- España, acompañadas de su territorio vecino, Aragón, se rompió, pero así ha sido, volviendo a una retórica de comienzo del procés.

Del reparto de responsabilidades se ocuparan otros y sobre todo cada uno tendrá su opinión, si fue una candidatura empujada desde el COE con poco entusiasmo por las partes, si el Gobierno catalán, en especial ERC siempre vio con desgana el asunto, si Aragón erró en las negociaciones o si el Gobierno central se implicó poco en la defensa de la igualdad de la candidatura. Pero el resultado es que la marca Pirineos, elegida este año como mejor destino de montaña del mundo, no ha sido capaz de aglutinar una candidatura que defendiera esa cordillera de frontera.

Mientras que Los Alpes, que se extienden por Francia, Suiza, Italia y Austria tienen una entidad propia, en este caso supranacional, aquí la idea Pirineos viene lastrada por posiciones hasta ahora irreconciliables. Y los habitantes de la montaña, que pasaron una crisis intensísima con el cierre de las estaciones de esquí con la pandemia, que sufren en primera persona la crisis del sector primario y deben seguir buscando en el turismo equilibrado su futuro inmediato bajo la amenaza del cambio climático merecen un esfuerzo por acercarnos y unir esfuerzos.

El fracaso del todo lo es también de las partes, nadie sale ganando de la imposibilidad de llegar a un acuerdo, y quizás hemos aprendido algo de esta negociación que ha despertado más desconfianza de la ya existente. Volvamos a lo deportivo, a lo colaborativo, porque igual hay quienes merecen una segunda oportunidad.

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