El Periódico de Aragón

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Carmen Pérez Ramírez

Patrimonio histórico y cultural

Paseando por la plaza de Los Sitios me paré a contemplar el edificio de la antigua Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, también Escuela de Comercio y Biblioteca pública de Zaragoza, al ver el estado de abandono en la que se encuentra, me vino a la memoria la canción: «Triste y sola se queda la escuela», fue como un lamento por la incapacidad que han tenido, todos los gobiernos autonómicos, para evitar que cayera en este estado tan lamentable. Siendo que es un edificio grandioso, no solo por sus dimensiones, sino por esa estética un tanto ecléctica –por otro lado algo habitual en nuestra arquitectura histórica de principios del siglo veinte– en la que podemos ver referencias mudéjares, renacentistas, incluso decoraciones modernistas y no solo eso, este edificio junto con el Colegio Gascón y Marín y el Museo de Zaragoza forman un trío magnifico, referentes de la Exposición Hispanofrancesa de 1908 conmemorativa del centenario de los Sitios de Zaragoza. Es nuestra historia, nuestro patrimonio que, como ha ocurrido con muchos otros edificios, se ha ido destruyendo con la piqueta o por la falta de conservación. Desaparecieron de su hábitat para el cual fueron construidos; solo quedan archivos gráficos en color nostalgia para que recordemos lo perdido.

Para cuidar nuestro patrimonio natural se han puesto en marcha acciones de conservación y atención necesarias para preservar nuestra existencia y lo vemos cuando a un roedor silvestre se le cataloga en peligro de extinción, la comunidad científica se vuelca para conseguir que no suceda. Quizá no entendamos que ese roedor, si desaparece, pueda producir el efecto mariposa y nos veamos inmersos en el caos. Habría que pensar cómo se concibe nuestra herencia patrimonial artística y cultural, esas señas de identidad que nos enmarcan en nuestra memoria histórica; si la hacemos desaparecer posiblemente entremos en el vacío abierto de nuestra identidad. Quizá tengan que pasar siglos para que se empiece a valorar, como se ha hecho con el legado prehistórico o medieval, pero lo único que encontraremos serán vestigios enterrados como en El Planeta de los simios de Franklin J. Schaffner y digamos cual Taylor y Nova: «... así que al fin lograron hacerlo, malditos lo han destruido…»

Aunque los intentos por darle un uso público a la Escuela de Artes han sido todos fallidos como soluciones prácticas de desarrollo, es posible que aún estemos a tiempo. Se cerró en 2009. En estos momentos dudamos si el edificio sigue a la espera o ha pasado a un estado de abandono, aunque de vez en cuando, para que no cause ningún accidente a la ciudadanía que transita, cambian algunas tejas y dejan la puerta abierta, con la duda de si han entrado okupas o es el personal de mantenimiento. Sería necesario tomar decisiones encaminadas a su recuperación integral para poderle dar una función práctica, lo demás son parches insostenibles. Otra de las preguntas asociadas es para que sirve su catalogación como edifico de Interés Monumental, es como si la Administración fagocitara lo que ello significa quedando a la espera ¿de qué? Lo cierto es que cuando se tiene voluntad certera, el objetivo se consigue.

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