La pobreza severa se dispara en 2021 en Aragón, en España, en el mundo. A un 7,5% de los aragoneses les cuesta llegar a fin de mes, el 8,5% carece de recursos para calentar su casa y el 3% no puede comer dos días carne o pescado. Las estadísticas del INE se quedan cortas, no solo en nuestra Comunidad, que las cifras están un poco mejor que en la media del conjunto español, sino en términos generales. La alta inflación nos está dejando fuera de juego a todos. La tensión geopolítica que acabó estallando en la invasión de Ucrania por parte de Rusia es la culpable, y lo que en un primer momento solo afectaba al coste energético, ahora se ha traspasado a otras esferas. Con los mismos recursos monetarios, las familias adquieren muchos menos bienes y servicios, y es que la subida de los precios ha escalado al 10,2 % en junio, la tasa más elevada en 37 años.
Y, sin embargo, el Gobierno sigue sin mover ficha. Es hora de una reforma fiscal «que abarque a todos», como le reclama la patronal aragonesa. Solo la bajada del IVA de la luz puede tener algún efecto, pero también son necesarios: una subida de los salarios (para mejorar esa merma del poder adquisitivo y reactivar el consumo), y por supuesto, una bajada de los impuestos.
El Gobierno está recaudando bien, y mucho más que antes. Solo con la subida de los carburantes, Hacienda se embolsa 5 euros más que en 2021, cada vez que un conductor llena su depósito. Esto es, que el Ejecutivo español cuenta con 4.000 millones extra por la subida del gas y los carburantes. Basta de mamoneos, dejen de regalar monedas acuñadas con Goya a los mandatarios OTAN que visitan Madrid estos días, de posar en el Prado, y resuelvan a pecho descubierto los problemas de los españoles. Que poder, se puede.
