El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

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Juan Bolea

Banderas de Errejón

Banderas de Errejón

Como si en aquel emirato sobraran los chorizos, atasen los perros con longanizas y estuviesen de continuo organizando barbacoas, las noticias procedentes de Qatar suelen llegarnos envueltas en aromas de ocio y confusión. Al rico olor de la grasilla se han acercado comisionistas de medio mundo, entre los cuales ilustres apellidos españoles, muy relacionados con el fútbol. No en vano se va a celebrar un Mundial y hay que estar al loro, por lo que pueda caer… Además de comisiones y chanchullos de todo tipo, el campeonato de Qatar empieza también a destacar por sus políticas restrictivas, amparadas en supuestas previsiones de seguridad o en la salvaguardia de la imagen externa del país.

Hace unos días saltaba el rumor de que los homosexuales iban a ser detenidos por el Gobierno qatarí y encarcelados para evitar que su presencia mancillase la tradicional virilidad del varón árabe. Semejante locura se reveló como una noticia falsa, pero el líder de Más País, Íñigo Errejón, había salido al quite sugiriendo que la bandera de España y la camiseta de nuestra selección nacional luciesen el distintivo LGTBI a modo de protesta, un poco como si fueran banderillas taurinas que cambian de color a cada corrida…

Tales postureos de una izquierda que se llama progresista contrastan con la pasividad de los mismos protagonistas a la hora de ocuparse en serio de legislar, legalizar, ilegalizar o instalar en la realidad medidas de justicia social, políticamente correctas a su leal entender, y eficaces, tanto en Qatar como, sin necesidad de irse tan lejos, en España.

Así, un Errejón de brazos cruzados ha visto cómo la causa de los saharauis se arrastraba por el polvo; de qué modo un régimen semifeudal como el marroquí imponía sus criterios a la diplomacia española y sus policías aporreaban hasta la muerte a decenas de inmigrantes; cómo las grandes corporaciones marcan su ley en el mercado de los precios y cómo las gasísticas, petroleras y eléctricas permiten que las tarifas de sus combustibles se disparen a las nubes; cómo la inflación amenaza con «estanflacionarse» y arrasar con miles de empleos; cómo, en fin, España, en lugar de a un país de izquierda progresista, se parece cada vez más a una exrepública soviética, zoco o mercadillo medieval.

Es tan fácil posturear…

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