El Periódico de Aragón

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Nicolás Espada

Vivir en el conflicto (del bus)

El sindicalismo incrustado en la empresa del transporte urbano de Zaragoza lleva 30 años en pie de guerra. La compañía es incapaz de poner orden y tres alcaldes han gobernado con huelgas no resueltas. Los usuarios lo sufren. Todos se han acostumbrado a vivir en el conflicto

Una ciudad que se precie de querer ser grande y tener calidad de vida necesita unos servicios públicos robustos. Pues lamentablemente, Zaragoza no es el caso porque el más importante, el transporte público, lleva 30 años amenazado. El conflicto de los trabajadores de los autobuses urbanos es un clásico, y a día de hoy seguimos pendientes de un convenio que afecta ya a toda la ciudad: que si el registro de jornada, que si la antigüedad, que si el incremento salarial, que si los temas sociales... Cero avances, lo que hace estar en un permanente día de la marmota. Nadie puede entender cómo un conflicto se repite trimestre a trimestre, año tras año, si es para las fiestas del Pilar o cuando hay movimientos ciudadanos importantes, mejor. Cuesta creer que trabajadores y empresa no sean capaces de llegar a acuerdos; que ningún gobierno municipal, de izquierdas y de derechas, encuentre una salida definitiva y que pese al castigo que se somete a los zaragozanos, todas las partes entiendan que esto es un conflicto endémico en el que todos han aprendido a vivir. Y ahora se plantea una huelga que puede llegar hasta el 8 de enero de 2023. ¿Pero esto qué es? Así, no hacemos ciudad.

Aquí hay un hecho evidente. La empresa Avanza tiene la concesión de los autobuses urbanos de Zaragoza, que le cuesta millones de euros al ayuntamiento, y por unos paros intermitentes o por lo que sea no está cumpliendo con el servicio que debería cumplir. Aunque solo sea por eso, la concejala delegada, como estuvieron otros ediles en épocas pasadas, debería intentar dar explicaciones y hacer lo posible porque ese servicio que pagamos todos se cumpla. Ahí está su responsabilidad. ¿Por qué el ayuntamiento no entra a mediar de verdad en el conflicto? No es un tema de empresa y trabajadores. Es un servicio público.

La empresa tiene en la actualidad un gran negociador sindical, su consejero delegado, con amplia trayectoria en conflictos similares, pero al que se le está atragantando el caso de Zaragoza. La última oferta salarial no la podrían hacer muchas empresas en Aragón: una subida salarial del 7% y de hasta el 9% en el caso de la cláusula de revisión. En total, sumando todos los conceptos, el incremento es del 10,5% hasta el año que viene. Algunos podrían decir que es descabellado teniendo en cuenta cómo está el país. Al principio, solo daban el 5,5%.

Pero los sindicatos quieren más. Ahora es el Sattra el que tiene la mayoría en el comité. antes era el CUT. Un sindicalismo muy reivindicativo que en los últimos 30 años se ha movido muy poco de sus planteamientos, puesto que el objetivo número uno, y sobre todo durante el conflicto que le afectó de lleno al gobierno municipal de Zaragoza en Común, es el municipalismo del servicio, el intervencionismo del Ayuntamiento de Zaragoza. Es cierto que este año, por decisiones judiciales, el comité de empresa tuvo que cambiar, pero aún se necesita un mayor relevo generacional. Y sobre todo, llama mucho la atención que los grandes sindicatos, las centrales más tradicionales, que están y tienen mayoría en muchas empresas, UGT y CCOO, lleven muchos años al margen de los autobuses urbanos y de sus conflictos. ¿Por qué los líderes regionales de estos dos sindicatos no opinan casi nunca de este eterno problema?

Es evidente que la huelga en Avanza es un conflicto entre partes pero la empresa está incumpliendo una concesión municipal tal como marcan los cánones. ¿Son justas las peticiones de los trabajadores? El ayuntamiento debe intervenir, como lo ha hecho en épocas pasadas de concesión sindical a favor del transporte. Pero debe intervenir no para politizar el conflicto laboral, sino como garante de que el servicio público funcione bien en la ciudad. Si los trabajadores persiguieran el funcionariado, ahí habría que cortar de raíz, porque no estamos en tiempos de engordar las arcas públicas ni quiere decir (o si) que un servicio municipal de transporte funcione mejor que si lo presta una empresa concesionaria. Zaragoza siempre ha tenido un buen transporte público. La empresa está avanzando mucho en toda la nueva movilidad urbana, la eficiencia y la sostenibilidad. Pero hay que acabar con esta malsana costumbre del conflicto permanente.

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