El Periódico de Aragón

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Miguel Miranda

Virando a babor

Miguel Miranda

Sin vergüenza

Después de su paso por las celdas de Soto del Real, Rato, aquel superministro del PP, reaparece para opinar sobre lo malo que es subir el sueldo mínimo y para criticar la reforma laboral. Y lo hace sin vergüenza, como si tuviera algún crédito un delincuente económico como él, utilizando el tono profesoral de experto en delinquir. Un día en no sé qué canal de tv vi a Cristina Cifuentes dando clase ¡de ética! Ni más ni menos. Sin ninguna vergüenza opinaba sobre la ética de los demás. Una experta como ella en adquirir títulos universitarios con la ayuda de otros y otras sinvergüenzas y en adquirir cremas de manera irregular. ¡Qué vamos a decir de su predecesora!, aquella experta en batracios, en sortear a la Hacienda Pública en algún tema de arte para cabreo de su propios cuñados que supongo que también pensarían que no tenía vergüenza. Directamente relacionada con tantos escándalos de corrupción, como una adicta a las cámaras, sigue también por los platós televisivos pontificando de lo que no sabe, que es de casi todo. Fernández Díaz miente en sede parlamentaria, sin vergüenza. Sin ninguna vergüenza, Díaz Ayuso se inventa un baremo que permite conceder becas a las familias que ganan más de 100.000 euros, a la vez que deja a los barrios con Centros de Salud sin médicos y sin urgencias y a la vez, sin ninguna vergüenza, afirma que está mejorando el sistema sanitario público. Y además el control de las becas lo externaliza a una empresa privada. Una vez más, sin vergüenza. La opción por la privada mantenida con fondos públicos es evidente por los datos. Y bajan impuestos a los más ricos y sin ninguna vergüenza se piden más recursos al Gobierno Central para que su delirante orgía la paguemos entre todos. Ha dejado sin plaza a 30.000 alumnos que querían hacer FP y a 8.000 sin escuela infantil. Y González Pons, sin vergüenza alguna, miente sobre el sistema electoral. Se pueden ganar elecciones y no tener vergüenza. Y reaparece Pujol. Otro que tal baila.

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