El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

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Juan Bolea

Descubriendo Aragón

La prestigiosa colección de guías de viajes Lonely Planet acaba de publicar una dedicada a nuestra comunidad autónoma, con el título de Lo mejor de Aragón. Experiencias y lugares auténticos. Uno de los reporteros de esta editorial, el italiano Giacomo Bassi, ha recorrido de manera exhaustiva nuestro territorio tomando buena nota y fotografiando cuantos monumentos, enclaves o elementos de interés pueden motivar la curiosidad del turista e informar y formar debidamente su avidez de saber.

Para alguien que no sepa nada de Aragón ni haya estado jamás en sus provincias, la consulta de esta nueva guía le proporcionará una primera impresión de lugar histórico, antiguo y en buena medida misterioso, enmarcado por formidables cordilleras, montañas y sierras, cruzado por salvajes y caudalosos ríos y enriquecido por una dispar naturaleza que combina el galacho con la estepa, el páramo con el glaciar.

Aprenderá en sus páginas el curioso lector e inminente viajero que Aragón fue cuna de la Corona que lleva su nombre, y que las raíces del viejo Reino siguen muy presentes en San Juan de la Peña, Villanueva de Sijena, San Pedro el Viejo o en tantos otros panteones reales, cenobios, monasterios donde las órdenes del Císter, dominicos, franciscanos, templarios, hospitalarios, fueron sucediéndose como los propios reyes heredaban el cetro en ciudades, a medida que avanzaba la conquista, situadas más al sur, hacia esas orillas del Mediterráneo que parecen intuirse desde los olivos de Alcañiz o bajo los puertos de Beceite.

Descubrirá, aquel turista que coja su mochila y sus botas de caminante, paisajes sobrenaturales junto a ciudades todavía muy humanas, donde la vida puede ser muy agradable y próspera a condición de que se conozca la tierra que se pisa y de que se aporte individualmente algo a la rica herencia colectiva recibida por siglos.

Viajará, este joven extranjero o aquellos españoles que nunca hasta hoy nos visitaron, por carreteras en Los Monegros donde es posible conducir horas sin ver a nada ni a nadie o por pistas de montaña esmaltadas de rocío o nieve. Podrá bañarse en ibones y torrentes helados y reponer fuerzas con gastronomías locales tan ricas en proteínas como en inolvidables sabores.

Descubrirá, en suma, un territorio mítico y acaso un destino: Aragón.

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