El Periódico de Aragón

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Miguel Miranda

Seis pinchazos, seis

Seis «pinchazos» en las primeras 48 horas de fiestas de San Lorenzo. «A estos machitos de los pinchazos, me dice un amigo, les iba a aplicar yo el pinchacito justo en el sitio en el que tú y yo estamos pensando. En el izquierdo o en el derecho, a elegir. En los dos, si se demuestra que son reincidentes. A ver si así entendían lo que es el respeto a las mujeres». Le digo que eso sería la Ley del Talión otra vez. Pero es que la violencia machista contra la mujer no cesa, por más medidas que se tomen, más campañas de concienciación que se hagan, más puntos violetas que se pongan y más leyes que se perfeccionen. Siempre hay agresores dispuestos a agredir, siempre hay gilipollas que sin otra idea en su capacidad craneal, se apuntan. Haya o no sustancias químicas de por medio, lo que sin duda inocula es el miedo, el miedo que quita libertad, que impide a las mujeres disfrutar a su antojo, sin miedo a ser agredidas. Sí, sí, ya sé que es la educación la que debe de evitar acabar siendo un gilipollas del pinchacito y por supuesto un agresor sexual. La educación recibida en la familia y la recibida en el sistema escolar. Pero algo sigue fallando en nuestra sociedad cuando se siguen dando tantos casos. Y es toda la sociedad la que ha de comprometerse. No se me van de la retina las imágenes tomadas en Valencia de un agresor cogiendo por los pelos a una mujer en medio de una fuente y al parecer con intención de ahogarla. Sin conocer el contexto la situación pone los pelos de punta. Menos mal que otros dos varones se lanzan al agua y la emprenden con el agresor dándole lo que merecía y que a pesar de todo se resistía a soltar a su presa. Quizá esa respuesta de esos otros hombres indique que algo está cambiando y que merece seguir perfeccionando las leyes, los servicios, los protocolos contra la violencia de género, esa que según algunos no existe. Quizá esos dos hombres defendiendo a una mujer sea un síntoma de que hay que seguir insistiendo hasta la erradicación.

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