Opinión

Nos quemamos, nos secamos, nos ahogamos

Puede parecer incongruente, pero no. Nos quemamos, nos secamos y cuando llegue el invierno, Filomena mediante, nos ahogaremos. Evidentemente el cambio climático se encuentra detrás de estos episodios extremos que los expertos advierten que se repetirán más frecuentemente. Nada de estaciones de transición. Adiós a la primavera de aclimatación al calor y al otoño de cazadoras finas. El resto de España vivirá lo que en Zaragoza llevamos décadas experimentando.

Con el tiempo loco y demostrándonos permanentemente que hace lo que le da la gana, algunos todavía niegan la evidencia. Rechazan los argumentos científicos que hablan de la variación del clima del planeta por causas naturales y, sobre todo, por la acción humana. Nuestro paso por la Tierra no es inocuo. La actividad económica frenética y desmedida no hace más que perjudicar al medio ambiente. Destruye los fondos marinos y toda su riqueza, origina la desaparición de los ibones, provoca grandes incendios.... Para muestra, el fuego desatado en Ateca el pasado 18 de julio que quemó 14.000 hectáreas y que causó una máquina que hacía trabajos de reforestación.

Paralelamente a este desgaste de nuestro entorno natural a pasos agigantados, crece la concienciación social sobre el cuidado del planeta. Nos involucramos con pequeños gestos como el reciclaje, adoptamos nuevos hábitos como la compra de proximidad, intentamos consumir menos agua, viajamos en transporte público y en bicicleta. Hemos modificado nuestro día a día para sentir que trabajamos por la sostenibilidad. También, a gran escala, la mayoría de países desarrollados se implica en políticas verdes y promueve cambios energéticos que, en principio, no deberían afectar demasiado al desarrollo de la actividad industrial y doméstica. Aunque ello conlleve un coste económico y social a medio plazo.

Con los dientes que nos está mostrando la naturaleza deberíamos ser capaces de encontrar el equilibrio entre protección y vida. Los pueblos afectados por los grandes incendios de este verano se sienten agotados de explicar que si se hubiera limpiado el monte en invierno, hecho cortafuegos e infraestructuras, las llamas no habrían corrido como la pólvora. Es urgente mejorar la gestión forestal para evitar que esto se repita. Eso también está en nuestra mano, como la contaminación o el reciclaje. Depende hacia dónde queramos ir. Seguro que es compatible respetar el entorno y limpiarlo de maleza para que el fuego, si prende, no encuentre combustible. Como para todo, conviene escuchar a la gente del territorio, la que patea los montes todo el año y conoce dónde reside el peligro. Otro gallo cantaría.

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