Llevamos meses en que, por causas evidentes, el tema de la energía es uno de los asuntos más comentados. Que el precio de la luz ha sido uno de los temas de conversación estrella del verano es obvio, no sorprende a nadie. Al hilo de ello, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que ninguna de las dos grandes conexiones existentes para transportar gas entre España y Francia pasan por Aragón tampoco (a día de hoy, por el País Vasco y Navarra). Como tampoco lo hará la tercera conexión en liza y cuya construcción se reclama ahora con ímpetu (el Midcat), por transitar por Gerona. Lamentablemente, y no solamente en términos energéticos, nuevas muestras de que seguimos viviendo de espaldas a Francia, o Francia de espaldas a nosotros.
Pero resulta que de lo que no se habla, o al menos no lo suficiente, es de la reversión de las concesiones hidroeléctricas existentes en nuestro territorio. Seis instalaciones del Altoaragón de las más de veinte cuya titularidad ha revertido al Estado tras caducar sus concesiones son explotadas en la actualidad por la Confederación Hidrográfica del Ebro. Y más que vendrán pues los períodos concesionales para los que fueron inicialmente concedidas van inexorablemente terminando.
Y habiendo supuesto la construcción y explotación de las citadas centrales el expolio más absoluto, en términos demográficos y económico-sociales, para nuestro territorio (en especial para el Altoaragón), debemos renovar el compromiso y perseverar en la exigencia de que los beneficios económicos obtenidos por medio de las mismas (muchas de estas instalaciones están plenamente amortizadas) tienen que redundar en el territorio donde se genera la energía. Y hay que hacerlo no solamente por justicia del presente y reparación del daño cometido en el pasado, sino como oportunidad para el futuro.
Se torna obligado exigir la existencia de un verdadero plan para su gestión y explotación integral desde el territorio, que posibilite también el control, supervisión y mantenimiento de las citadas centrales, también de aquellos otros centros de generación que tanto proliferan en la actualidad, mediante la implantación en nuestro territorio de los correspondientes puestos de trabajo de calidad que permitan a su vez que nuestros jóvenes puedan desarrollar sus proyectos vitales en el territorio.
El Somontano de Barbastro, Sobrarbe con Aínsa y Boltaña a la cabeza entre otros referentes podrían resultar lugares idóneos para su radicación apostando de este modo decididamente por una efectiva descentralización también en nuestro territorio, similar a la que exigimos a nivel estatal, que suponga un revulsivo para las citadas cabeceras de comarca mediante la generación de puestos de trabajo de calidad que supongan el retorno y la llegada de nuevos convecinos que contribuyan a superar el reto demográfico existente, notable en provincias de provincias.
Otros territorios y otras cuencas se están moviendo, por lo que la existencia de voluntad política hará superar sin duda los escollos y piedras que se puedan encontrar por el camino.
