El Periódico de Aragón

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Luis Negro Marco

‘In vino veritas’

El vino acedo, el tocino añejo y el pan de centeno, sostienen la casa en peso

Mes de septiembre de 1837, día 21 –en las lindes del equinoccio de otoño– a los pies del Monte Viñabuena, en un pueblo aragonés de los Pirineos, cerca del valle francés de Cauterets. Es la fiesta de San Mateo y como por San Mateo la vendimia arreo, los cuévanos en las viñas empiezan a llenarse de blancos y morados racimos de uva.

– Oye Gerión, que el otro día del campo la Isilla te vi salir y paicía que venías de vendimar de viña ajena.

– ¿Quién, yo? de mis viñas venía y no digo más.

– ¿Ah sí? pues mejor harías en aplicarte el refrán: la viña y el potro críenlos otros. A no ser que de tan poco trabajar, tu vida sea una viña.

–Mira Noé, repara, que hablas como quien anda por viña vendimada, y pues que tanto de proverbios ilustras, bien harías en aplicarte éste: Viñas y Juan Danzante, a jopar.

Evangela, ya estoy de vuelta en casa y vengo con el estómago agraz.

– ¿El Noé otra vez, verdad? Pero Gerión, no te hagas mal vino, que ya sabes que la viña del ruin se poda en abril y que el Noé disfruta con vendimar.

Herminia, que ya volví y no de buen chacolí.

– ¿Y eso pues, qué te ha pasao, no me digas que otra vez el Gerión?

–Pues sí.

–Anda, anda, no te des mal, que ya sabes que de todo tiene la viña: uvas, pámpanos y agraz.

–Las cuarenta canto aunque sentao en una silla esganguillada. Que es que no las arreglas, Tadeo y ponnos otros cuatro vasos de vino, pero sin cristianizar.

–Pues pa ti, Valentín, vino de agujas bien raspante te voy a dar y pa los otros tres de la partida, el de dos orejas, que es fuerte y bueno.

–Serías capaz. Pero mira que ya me conformo con que el vino que nos pongas sea de uva y no de nipa de palmera guineana.

–A la paz de Dios. ¡Qué bien se está en tu taberna Tadeo! con la rasca que hace ahí fuera. Anda, ponme un buen vaso de vino moro y que no sea de pasto.

–Otro con el rintintín, pero ¿qué mala uva os ha dao a todos hoy en el pueblo?

–A mí, ninguna, que bien me conozco yo las uvas de mi majuelo.

–Pues que cuando en el lagar las pises, buen vino te hagan Noé, que ya sabes que el vino acedo, el tocino añejo y el pan de centeno, sostienen la casa en peso.

–Buenas a todos. ¡Hombre, pero si está aquí el Noé! ya decía yo que barruntaba a diluvio.

–¡Qué alegría más grande, Gerión! Pero anda con ojo; a ver si en vez de vino generoso le tiés que pedir al Tadeo vino medicamentoso.

–Venga, venga, qué cosas tienes Gerión, que paice que tengas ganas de señalame por adelantao el camino del Canalizo, ande reposan los que han dajao de beber. Anda, toma tabaco, dejamos el vino peleón y aunque sea pa un rato, fumamos tranquilamente el cigarro de la paz.

Suena otra vez la campanilla de la puerta de la taberna.

–Anda pero si está aquí el gabacho, Pacogo.

Pacorro, Valentín. Que tiés una gracia que no se puede aguantar. Y aunque paso la muga con las mulas una vez por semana, soy más baturro que la garnacha, que ya es icir.

– ¿Y aun le llaman en Francia vendimario a setiembre?

–No, que aquello fue cosa del Napoleón, que buen Robespier estaba hecho.

Se oye nuevamente el tilín.

– Con Dios y viva el rey Carlos.

–Ya tienes en la barra tu vino tinto de siempre, Ramón.

–Pues claro, recio y rojo como la boina carlista, aunque al Valentín igual le gusta más el blanco, del color de los vestidicos de la raina Isabelica.

–Andas encaminao, Ramón que ya lo dice el proverbio: Vino blanco y ajo crudo hacen andar al mozo agudo.

–Pues ni tinto ni blanco, clarete y bien bautizao pa los dos ha de ser, si pendencieros os vais a poner. Que en mi taberna, la mala uva afuches.

Tilín.

–Buenas tardes don José, y bien hallao, que falta nos hacía, justo ahora, un buen maestro de escuela, pues más que taberna, un parvulario paice que tenga yo en este bendito pueblo. Y tome usté un buen vino de postre, el mejor de mi bodega, tan fino como el de las bodas de Caná.

–Se agradece, Tadeo. A ver si bebiendo el caldo pillo resuello, que está la chiquillería de revoltosa que se me sube por las parras. Y ¿qué es eso que me decías?

–Que miré usté si pudiese, con algo de ilustración, a estos cabezas duras cambiar su carácter de vino agraz por otro de vino dulce.

– Pues ya que en época de vendimia y entre amigos estamos, se me ocurre que al igual que antes de pisar la uva se le quita el escobajo y el rampojo para que no amarguen el zumo, de igual manera pienso que la vida es muy corta para que la malgastemos bebiendo mal vino. Porque como dijo el poeta, o alguien por el estilo: In vino veritas, en el vino está la verdad. O lo que es lo mismo, que el tocino, las migas y el vino, solo aprovechan bien cuando son bien compartidos.

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