Opinión

La competencia fiscal

El debate sobre los impuestos en España otra vez está encima de la mesa. Es necesario hablarlo, pero profundamente, porque el sistema ya está un tanto anticuado. Pero lo que debe quedar muy claro es que la desigualdad social solo se combate con la política fiscal.

Aprincipios del año que viene, España debería tener redactado un proyecto de reforma fiscal tal y como le solicitó la Unión Europea. Pero todo apunta a que no va a existir a pesar de que el sistema está bastante anticuado. El Gobierno tendría que hablar con las comunidades autónomas y plantear una modernización y adecuación a las fórmulas impositivas que tiene el país. Pero como eso no ocurre, asistimos ahora, justo en este preámbulo electoral que lo invade todo, a una competencia fiscal entre los gobiernos autonómicos y el central. Hace falta tener un debate serio y profundo sobre lo que hay que pagar y lo que no porque la inercia en fiscalidad es negativa. Es necesario porque unos creen que es buena la armonización fiscal en Europa y en España y otros no la ven, incluso hay quien habla de recentralizar impuestos, algo que tendría unas consecuencias pésimas. Pero también se dice si es conveniente o no que haya un suelo fiscal en determinados impuestos. Lo peor es lo de ahora, que asistimos a una puja fiscal política en la que, en muchos casos, los números ni cuadran.

Hay algo muy evidente y es que el problema de desigualdad social que tenemos solamente se arregla con la política fiscal. Y parece muy lógico que el que más tenga, pague más. Sin embargo, asistimos a una subasta en la que Madrid y Andalucía aparecen como el último reducto del neoliberalismo de Europa, donde se perdonan los impuestos a los más ricos, además de que, casualmente, estas dos comunidades sean las que menos inviertan en Educación y Sanidad, pero eso a algunos políticos les parece algo accidental... Es cierto que el impuesto sobre el patrimonio que se elimina en esas comunidades no es la panacea para redistribuir la riqueza y se puede considerar incluso injusto porque se paga por algo que ya se ha pagado en otros impuestos y, además lo abonan ricos y pobres. Solo existe en cinco países europeos. En Alemania, la izquierda lo quiso reimponer en la anterior coalición de gobierno pero no lo hizo y el actual canciller, del SPD, tampoco lo incluyó en su pacto legislativo. Eso sí, tiene un impuesto a las grandes fortunas, vía renta. En Francia, el actual presidente ha quitado todos los impuestos salvo el inmobiliario. El problema que tenían en ambos países era que había fugas de empresas de Alemania a Suiza y de Francia a Bélgica, países con menor carga impositiva, y tenían que evitar tanto exilio. Eso sí, ahora en España se incita a que empresas cambien su sede de comunidad.

El caso es que asistimos a tantos anuncios políticos fiscales que al final da la impresión que o se vive en el infierno (la izquierda nos fríe a impuestos) o en el paraíso. Todo es pura estética y quien sabe si entre todos no se está haciendo la campaña a la derecha, y más cuando un ministro, aunque sea a título personal, dice que se podrían recentralizar impuestos. Quizás todo es fruto de nuestro modelo de Estado autonómico, cuasi federal, pero no deja de ser curioso que los adalides de la unidad de España quieran competir y ser distintos. De esta manera, con impuestos a la baja, solo se consigue hacer un país más centralista, en donde en el centro estarán los ricos y en la periferia, como siempre, será donde estén los pobres.

Enfocar la política fiscal como competencia, como han hecho, primero la Comunidad de Madrid y ahora Andalucía, es un mal paso y además a la larga puede ser negativo. Aunque, eso sí, si cada comunidad autónoma tiene que responder de lo que gasta e ingresa, evidentemente forma parte del discurso de cada uno de los gobiernos regionales. Pero no se puede caer en esa política de competir a la baja en la carga fiscal, lo que supone menos ingresos para las arcas públicas de esas comunidades, e inmediatamente después poner la mano reclamando dinero y más dinero al Estado. Es necesario un poco de sentido común. Los que más tienen, tienen que pagar más siempre, sean personas o empresas, y eso debería ser fijo y no temporal. Y con ese marco general, estudiar, debatir y decidir hacia dónde tiene que ir la política fiscal española. Es preciso hacerlo cuanto antes. Lanzar anuncios de nuevos impuestos o de ayudas o subvenciones con solo dos datos y sin más detalles no es decir nada, Un brindis al sol que después habrá que concretar. No debería hacerse así la política fiscal.

Tracking Pixel Contents