Opinión

Objetores

Hace años solo se asociaba la palabra objetor cuando los jóvenes varones eran llamados a filas y se negaban a cumplir con este servicio militar declarándose «objetores de conciencia». Unos debían acreditar estar estudiando y entregar el certificado salvador en el Gobierno Civil de turno, y otros –más bravos–como Félix Romeo Pescador ingresaban en prisión y se declaraban insumisos, para remarcar su rebeldía.

Actualmente se extiende en la sociedad una corriente puritana mucho más peligrosa que está en las manos de los profesionales de la medicina. Es aquella que decide inmiscuirse o abstenerse en el derecho a la vida o en el derecho a morir con dignidad. Incluso, simplemente, en ayudar a paliar el dolor de algunos enfermos crónicos con paliativos que no son fármacos al uso y que no tienen los efectos adversos que cualquier persona puede leer en los prospectos de un medicamento. Personalmente tengo un enorme respeto a los profesionales de la medicina (mi padre era médico) y gracias a ellos podemos salir airosos de la ITV y seguir gozando de la vida con algún apaño que otro. Pero noto una falta de empatía con los pacientes preocupante.

Por poner algunos ejemplos: en la Italia de la ultra Meloni, líder del partido postfascista Hermanos de Italia, y en su región más del 70% de los médicos se declaran objetores y no practican el aborto. Y ya está. No analizan caso por caso, los tiempos, los limites. Se plantan de brazos caídos y punto. «Un trabajo menos del que no tenemos que ocuparnos». Eso empiezan a decir algunos medios de comunicación al respecto. Seguimos en la Europa del siglo XXI; también en España aumenta el número de médicos, tanto en los centros de salud como en los grandes hospitales, que se suman a la moda de apuntarse a la lista de objetores a la eutanasia.

Estos objetores se lavan las manos ante el sufrimiento extremo que supone enfrentarse al final como a cada cual le de la gana; pero eso sí, sin sufrimiento porque ya no pueden más y en este país es legal, pero hay que pasar toda la maldita burocracia y papeleo (cuatro meses como mínimo) para que te den el OK y un médico caritativo no se acoja a la lista de objetores, se apiade y actué como debe. Recuerdo el caso reciente de una mujer que con todo el papeleo resuelto y las Voluntades Anticipadas en el registro de la DGA terminó su lucha tirándose por la ventana de su casa. Faltaba una firma en su centro de salud.

Hace poco leía en la prensa que el Congreso daba su sí definitivo al uso terapéutico del cannabis. Sin efectos secundarios adversos y que palian el dolor y dan tranquilidad a los enfermos que llevan años tragándose toda esa porquería farmacéutica recetada en abundancia que destroza y resulta adictiva. Por curiosidad pregunté a una especialista en qué casos se recetaba: «Solo para el ELA y el cáncer». Aunque hay dos medicamentos aprobados su uso debería extenderse además al dolor crónico, incluido el neuropático. Pero Sanidad tendrá seis meses para pensárselo.

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