Con un estallido seco y ensordecedor se procedió el pasado 13 de mayo a la voladura de las tres torres de refrigeración de la central térmica de Endesa en Andorra con la oposición de ciudadanos, sindicatos y políticos.
Y, si alguien no lo remedia, en 2023 se demolerá la torre de la chimenea que, con sus 343 metros, es la segunda más alta de España y una de las más altas del mundo. Su esbelta silueta es visible desde 100 kilómetros y es la imagen de la pujanza y desarrollo que disfrutó la comarca minera de Andorra.
El convenio que se va a acordar estos días entre el Ministerio de transición ecológica y reto demográfico y los representantes del territorio pretende mejorar el empleo de las zonas turolenses de transición, lo que unido a la aplicación de las medidas contenidas en los programas de desarrollo estructural de la Unión Europea, debería apoyar actuaciones de carácter turístico y cultural.
El establecimiento de un plan de acción como los que viene desarrollando el grupo Leader Tierra Minera potenciaría los viajes turísticos con un espectáculo de luz y sonido en la chimenea complementado con la visita al Museo Minero Minas de Andorra. Recientemente el escultor aragonés Miguel Ángel Arrudi ha ideado un proyecto para la construcción de un funicular que a modo de espiral rodee la torre hasta su cima con cabinas de capacidad para 12 personas. El cicloturismo se va a facilitar con la finalización de la vía verde que une las Cuencas Mineras con el mar en Tortosa.
La mejora prevista para mejorar las comunicaciones de Teruel, aunque de lenta aplicación, permitirá un acceso más rápido a turistas procedentes de Valencia y Madrid.
El ramal ferroviario que enlaza la chimenea en Samper de Calanda con el ferrocarril Zaragoza-Tarragona, utilizado en su día para transportar carbón, puede facilitar viajes organizados a Andorra.
Creemos que la conservación de la chimenea es una última oportunidad para dar a conocer la historia y tradición de la Comarca de Andorra donde hoy se acentúan los tristes efectos de la España vaciada.
