El Periódico de Aragón

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Luis Negro Marco

TERCERA PÁGINA

Luis Negro Marco

Annobón

En noviembre de 1932 el gobernador general de la Guinea española fue asesinado

En la fría mañana de aquel miércoles, 16 de noviembre de 1932, la oficinista de la sede de la Compañía Transmediterránea en Cádiz caminó despacio, aún somnolienta, hacia el teléfono: –¿Diga? No, el vapor correo Legazpi no saldrá de Cádiz en la fecha prevista hacia Fernando Poo. Se halla ahora anclado en Annobón… –No, no puedo decirle cuándo se reanudará la línea hacia Guinea.

La isla de Annobón había sido descubierta por marinos portugueses en el día de año nuevo (de ahí su nombre: ano-bom) de 1472. Perdida en el océano, a 617 kilómetros al sur de la actual isla de Bioko (la Fernando Poo española) Annobón, junto a Fernando Poo, fueron cedidas en 1778 a la Corona de España por la reina María I de Portugal, a cambio de la cesión de España a la Corona portuguesa de las islas americanas de Santa Catalina y de Sacramento.

A pocas semanas de la Navidad de 1932, Restituto Castilla González, sargento de la Guardia Colonial, era desde hacía un año la máxima –y desde hacía tres meses– la única autoridad española en la isla de Annobón, a la que los nativos llaman Pagalu, que en su lengua (el Fá d´Ambó –Habla de Annobón, de raíces portuguesas) significa papagayo.

El lunes, 14 de noviembre de 1932, a las 9 horas de una deliciosa noche tropical, el joven suboficial de la Guardia Colonial se acercó amistosamente hacia el gobernador general de la Guinea española, Gustavo Sostoa Sthamer, de 60 años de edad. Parecía que quería hacerle partícipe de una confidencia. Pero, de repente, un destello metálico se interpuso entre los dos hombres, al que siguió un grito desgarrador que brotó de los labios del gobernador. Un collar de sangre tiñó de rojo el blanco cuello de su camisa, antes de caer muerto, degollado, en medio de la plaza.

La música dejó de sonar al instante y las jóvenes bailarinas del festivo balele, que interpretaban la leyenda del mítico héroe annobonés Lodán (Roldán) en honor al gobernador Sostoa, salieron corriendo, horrorizadas, hacia la aconchada playa, repleta de cayucos y redes artesanales de pesca.

A su vez, el guardia Restituto Castilla había desaparecido también de la escena del crimen dejando atrás San Antonio de Palea. Aún hoy este pequeño y hermoso poblado de antiguos pescadores de ballenas, conformado por humildes casas de caña y barro, con tejados de nipa, sigue siendo la capital de la hermosa isla de Annobón, por su insuperable belleza denominada la «perla» de Guinea Ecuatorial.

Tras cometer su crimen, el joven guardia huyó alocado, enajenado, hacia un cercano y frondoso bosque de ceibas que cubre las faldas del único volcán (de nombre Apotó y desde hace miles de años apagado) de la isla. Las inmensas profundidades de su amplio cráter las cubre ahora un lago de plateadas y serenas aguas, el cual ha dado origen, en el imaginario popular annobonés, a fantásticas y maravillosas leyendas sobre gigantes, héroes y misteriosos animales marinos.

–-¿Qué pasa en Guinea?, preguntó desde su despacho en Madrid el ministro de Estado a su homólogo Zulueta. –Se ha recibido un despacho por radio del capitán del vapor Legazpi, a bordo del cual el señor Sostoa se había desplazado hasta Annobón con el objeto de realizar una visita de inspección a la isla. Parece ser que el gobernador general de Guinea ha sido asesinado por un sargento de la Guardia Colonial española, que después de cometer el crimen se ha dado a la fuga. En las próximas horas, la «Dirección General de Marruecos y Colonias» proporcionará información más detallada a los periodistas.

–«Manín Guatá» (transliteración del inglés, Man in Water, sirena o deidad de las profundidades marinas) lo ha hechizado y le ha hecho perder la cabeza --murmuraban llorando desconsoladamente las mujeres más ancianas de Annobón—.

Para anunciar el trágico suceso a todos los habitantes de la paradisíaca y diminuta isla (tan solo 17 kilómetros cuadrados de extensión) el sanguistá (sacristán) de la iglesia, apellidado Teruel, se había apresurado a hacer sonar la única campana de la iglesia. Fundida en bronce en 1923, en los talleres Averly de Zaragoza, esta campana había sido un regalo a la isla de Annobón del grupo de refugiados alemanes que, residentes entonces en la capital aragonesa, habían encontrado refugio en Río Muni (Guinea española continental) cuando huyeron del Camerún, toda vez que esta antigua colonia alemana del África central fue tomada por franceses e ingleses en 1917, en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

El único sacerdote español que hasta hacía poco había existido en Annobón, un abnegado misionero de Sarrión, perteneciente a la Congregación del Inmaculado Corazón de María, se había visto obligado a abandonar la isla, en aplicación de las leyes laicas de la República. Y el maestro de la única escuela, un joven de Teruel, había muerto hacía tan solo unas semanas aquejado de malaria.

Sabedor de que su huida estaba destinada al fracaso (la costa de Gabón, a 667 kilómetros de distancia, es la tierra más próxima a la isla de Annobón) a las 9 de la noche del día 17 de noviembre, el guardia Restituto Castilla se entregaba al capitán del Legazpi, siendo inmediatamente apresado por la policía militar del barco. Trasladado a la Península, el asesino confeso del gobernador Sostoa (amigo íntimo del político y escritor Manuel Azaña) fue condenado a 8 años de prisión, pero pudo beneficiarse del decreto de amnistía promulgado por el Frente Popular en marzo de 1936. Durante la guerra civil Restituto García luchó del lado de la República, alcanzando el grado de capitán de la Guardia Republicana. Un año después de la victoria de Franco fue acusado de chequista y sometido a un juicio sumarísimo por el que se le condenó a muerte. El 8 de abril de 1940 fue fusilado frente a las tapias del cementerio del este, en Madrid.

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