Opinión | El triángulo
Canal Roya
No recuerdo cómo se llegaba, pero recuerdo estar en ese espacio de libertad que se llamaba y llama Aguas Tuertas. No sé por qué, pero en ese lugar donde el río arranca la tierra y la hierba para jugar con la vista que se hace infinita, recuerdo estar con Emilio Gastón y con Mariví, Diana y Elena y con mis padres y mis hermanas y recuerdo fotos llenas de risas teñidas de niñas que se tiraban sobre la hierba repletas de cosas que ignorábamos si un día pasarían o no. Finalmente, todas ellas pasaron, pero Aguas Tuertas permanece intacta en mi memoria con sol y no muy lejos Peña Forca y ese inevitable canto que decía: «Peña Forca con nieve, Peña Forca con sol, subiremos entre todos a hacer la revolución…». La cantábamos a voz en grito en Aguas Tuertas, en Peña Forca o en cualquier lugar del Pirineo aragonés donde sentíamos la vida como un regalo repleto de cielo y sol y la cantábamos cuando nuestros pasos diminutos se introducían en Canal Roya, el royo, como decía Félix Romeo Pescador, es tan aragonés como vikingo, pero mucho más aragonés, porque nuestro paisaje y nuestra vida está teñida de ese color que por su nombre resulta tan desconocido fuera de nuestras fronteras. Canal Roya tiene un nombre hermosísimo y un paisaje idílico por su forma de esconderse en el valle y hacerse héroe en un espacio perfecto entre la tierra y el cielo.
Ayer leía que ya hay un proyecto real para unir Formigal con Astún a través de Canal Roya, ese canal intocable que servirá de carretera para que Aragón tenga cientos de kilómetros esquiables en un tiempo donde el cambio climático anuncia tempestades y donde todo lo que sea maltratar nuestro entorno natural y ecológico será devastación el día de mañana. La noticia anuncia que una telecabina o quizá varios remontes sirvan para unir ambas estaciones, destrozando con columnas de hierro eso que esconden los valles en el lugar más sagrado de sus corazones. «El progreso ya está aquí», anuncian quienes defienden que la nieve es una de las grandes atracciones y una de las riquezas económicas de Aragón, lo que sin duda ciega otras posibilidades que no destrozan los valles, ni quiebran sus ecosistemas, que son los nuestros.
Aguas Tuertas, qué nombre tan hermoso para un lugar tan remoto y olvidado del progreso. Recuerdo nuestros pasos en hileras de a dos o de a tres o de a cuatro cantando: «Peña Forca con nieve, Peña Forca con sol, subiremos entre todos a hacer la revolución. Vendrá Miguel Labordeta y el Che Guevara también, vendrán todos los poetas, todos los pobres también…». Ya no hay voces, ni revolución, solo progreso y ojos de desolación.
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