OPINIÓN

Eloy y la pasión por un Aragón moderno

Javier Lambán Montañés

Javier Lambán Montañés

Siento mucho la pérdida de Eloy Fernández que hemos conocido en la mañana de ayer. Hace cuatro días pude felicitarle su cumpleaños, pero de ninguna manera podía pensar en un desenlace tan rápido. Por ello, mi más sincero abrazo a sus familiares y a todos sus amigos.

Eloy fue una persona clave en la historia de Aragón, aragonesista, apasionado, historiador fecundo. Sin duda, ha sido uno de los referentes del aragonesismo contemporáneo.  

Eloy Fernández Clemente ha aportado mucho a Aragón en las últimas décadas, desde el impulso a la transición, a la apuesta por la democracia y de la autonomía.

Eloy ha prestado grandes servicios a la historiografía aragonesa, al periodismo y a la información como fundador de Andalán. Junto a José Antonio Labordeta fue uno de los grandes iconos de Aragón, de la autonomía, del Aragón de la democracia, de la modernidad, del Aragón que recuperaba su historia, sus derechos y se avanzaba hacia su total transformación.

En este fugaz recorrido por su dinamismo vital quiero hacer una mención expresa a Andalán porque representó cientos de miles de ilusiones por hacer de este país una comunidad de la que sentirse orgullosos y alentó una conciencia crítica muy necesaria para avanzar como sociedad y como identidad plena. Andalán fue un aldabonazo en la conciencia de todo Aragón, sacudió el árbol de la historia y nuestra memoria y nos permitió recuperar la ilusión como pueblo.

Todo lo bueno que ha ocurrido en el Aragón moderno después tiene mucha relación con el despertar del entonces anodino paisaje que se vislumbraba. Y en esta apuesta, de pasar del gris al color, del negro al blanco, tiene mucho que ver Eloy Fernández Clemente y una serie de pensadores que han aportado mucho a esta tierra desde Andalán. Y aquí quiero incluir al profesor Guillermo Fatás, a José Carlos Mainer, a Lola Albiac o los periodistas que le sucedieron como Lola Campos o Luis Granell.

Eloy Fernández Clemente contribuyó a activar la memoria y la capacidad crítica contra la dictadura y puso la semilla de la pasión que hoy desborda nuestra cabeza y nuestro corazón y que ha permitido ahora ver un Aragón moderno, con capacidad de liderazgo en muchas facetas y además lleno de talento por todos sus poros.

Ahora que estamos concluyendo con gran éxito la celebración de los cuarenta años de la autonomía es necesario recordar lo mucho que ha significado para esta tierra lograr hacer de esta comunidad un territorio más culto, más próspero, más comprometido, más solidario, más dueña de su propio destino y más confiada en su futuro. Y en todos estos nobles deseos y realidades debemos anotar la indudable aportación para poner el primer peldaño hacia esa autonomía de Eloy Fernández Clemente, un auténtico líder, un interlocutor vital en una época que nos ha marcado a todos.

Lo echaremos mucho de menos. Ciertamente, me alegro mucho de haberle entregado a tiempo el premio Aragón en las Cortes de Aragón, en el Palacio de la Aljafería, el pasado 23 de abril. Me congratula mucho porque lo peor que puede ocurrir a estos reconocimientos es entregarlos a título póstumo.

Y así Eloy Fernández Clemente tuvo la satisfacción de ver cómo el pueblo aragonés en el Día de Aragón reconocía sus méritos, su dimensión, su grandeza. Y a continuación debo señalar que lamento mucho su muerte, lo lamento porque esa generación, que poco a poco nos va dejando, fue determinante en la historia de España y en la historia de Aragón. Ocurrió con José Antonio Labordeta, con Gonzaló Borrás, con Joaquín Carbonell, y ahora nos deja Eloy. Lo siento en el alma. Por todo ello, gracias Eloy en nombre de todos los aragoneses por sembrar la pasión de un Aragón moderno. Que la tierra te sea leve.