TERCERA PÁGINA

Agoreros

Jorge Latre Galicia

Jorge Latre Galicia

Es de lamentar que vivimos una época en la que reafirmar nuestra posición implica en muchas ocasiones minusvalorar la del prójimo. Pensar que la fortaleza de mi mensaje no reside tanto en su calidad sino en la debilidad que puede ofrecernos el contrario. Se trata siempre de afrontar como una amenaza toda crítica que desde el espíritu más constructivo pudiera constituir una oportunidad para mejorar y amplificar su efecto. Y además lo mezclamos, le damos una vuelta, lo ponemos del revés, y cuando peor mejor.

Ejemplos como el anterior los tenemos recientes; no hace muchos días se escuchó en el propio Senado cómo el presidente del Gobierno no dudó en espetar, sin titubeo alguno y con una arrogancia insultante que debiera resultar ofensiva para el conjunto de los aragoneses, si debieran parecer poco 51 millones para la provincia de Teruel, evitando de este modo ofrecer una explicación en sede parlamentaria, razonable y razonada, a la pregunta formulada sobre dónde quedaba su compromiso contra la lucha contra la despoblación del territorio y el reto demográfico. Y queda en más de lo mismo.

Que en términos demográficos y de cohesión del territorio la situación actual podría ser peor nadie lo pone en duda. Y que en consecuencia algo positivo se está haciendo, tampoco. Pero en modo alguno debería calificarse como un éxito que la población aragonesa creciera en el primer semestre de 2022 un 0,10% cuando la media nacional alcanzó el 0,38%. Que efectivamente hubo territorios que vieron reducida la misma por encima del 0,30% (Ceuta y Melilla), pero también existieron otros que vieron incrementar esta por encima del 0,50% (Madrid, Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia). Incluso Navarra, La Rioja, Castilla la Mancha o Cantabria lo hicieron a un ritmo muy superior al nuestro.

Es más; jugar con las cifras en función del año de corte en series inmediatas y sucesivas tampoco nos debe ofrecer una respuesta satisfactoria más allá de la proclama interesada. De ahí a hacernos trampas al solitario no va tanto. Siendo honestos el análisis debe, que no solo debería, poder llevarnos mucho más allá. Es más; partiendo del hecho de que como territorio presentamos un saldo migratorio interno tendente a cero, resultaría útil e ilustrativo conocer y descomponer el citado incremento y conocer dónde nuestros jóvenes más y mejor formados inician sus proyectos profesionales. Ahondando; dónde no solo inician, sino que desarrollan esos jóvenes nacidos en nuestras comarcas, pero formados académicamente en muchos casos fuera de ellas y de sus provincias de origen, sus proyectos vitales. Porque una vez iniciado resulta complejo y difícilmente reversible el fenómeno. Dar respuesta a esta inquietud, de no tenerla, podría implicar el desarrollo de nuevas herramientas que ayudarán a superar una situación que muchos intuyen y consideran no es del todo satisfactoria, así como a territorializar la misma.

De un tiempo para aquí la queja y el inconformismo, la justa reivindicación, pero también la exigencia firme de respuestas, de soluciones y resultados tangibles a nuestros representantes políticos sobre problemas concretos que nos acucian como sociedad desde décadas es acusado de victimismo, de generar mala imagen del territorio y por ende de sus gentes. De agoreros, como si la superstición, la predicción tuviera algo que ver en todo ello. Humildemente niego la mayor; si así fuera los Juegos Olímpicos de 2030 serían ya hoy una realidad.

A nadie se exige la varita mágica ante un problema complejo, tampoco revertir en una década siglos de abandono y de mirada hacia otro lado. Menos aún conformarnos con miradas parciales e interesadas. Si al buen comercial le acompaña un buen producto el resultado es imbatible de modo que ante los agoreros, ciencia y certezas.

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