Opinión | DELANTE DE TUS NARICES
La música de Buñuel
Decía Rafael Azcona que cuando se notaba un poco resfriado se tomaba una aspirina y se metía en una cama a ver una película de los hermanos Marx. Yo encuentro un efecto parecido en las películas y los textos de Buñuel, de cuya muerte se cumplen este verano 40 años y a quien Fernando Trueba definió como el mayor bromista de la historia del cine. Si se hubiera dedicado solo a escribir podría haber sido el mayor bromista de la literatura del siglo XX, desbancando a Franz Kafka. El año pasado Jordi Xifra publicó la Obra literaria reunida en Cátedra, y la misma editorial sacó una Correspondencia escogida del cineasta. (Yo, como muchos otros, había descubierto la faceta de escritor de Buñuel gracias a Agustín Sánchez Vidal). Xifra reunía algún ensayo sobre cine (una faceta poco conocida de Buñuel), piezas teatrales surrealistas como su peculiar versión de Hamlet y poemas asombrosos donde aparecen imágenes alucinadas que encontraremos en su cine, gamberrismo visionario, la melancolía de las frustraciones del deseo y un humor salvaje heredero de Ramón Gómez de la Serna y Benjamin Peret. «Los restos de estrella que quedaron entre tus cabellos/ crujían como cáscaras de cacahuete», escribía, por no hablar de El arco iris y la cataplasma, donde además de calcular cuántos maristas caben en una pasarela se preguntaba: «¿Me constiparé en los muslos de mi amante?». Se entiende mejor que en casi ningún otro sitio el surrealismo y su relación con la realidad, y se percibe un talento asombroso que encontró otro medio de expresión. Buñuel usaba la música poco en sus películas, y de una manera muy personal, y su cine y su escritura han inspirado a músicos. Hace unos años Ángel Petisme le dedicó un disco, Buñuel del desierto, y ahora Lagartija Nick ha publicado El perro andaluz, donde pone música a los versos del cineasta. Se oye la voz de Buñuel, explicando lo que es el blues y el jazz y cómo los escuchaba en Zaragoza y marcando el ritmo de la canción, o enumerando sueños recurrentes (sus padres muertos viven, es cómplice de un asesinato y lo descubren, la autofellatio). Lagartija Nick –que hizo el legendario Omega junto a Enrique Morente– ha utilizado la alusión despectiva a Lorca de la primera película de Buñuel y ha hecho un disco precioso, imaginativo y libre, lleno de texturas de la época –el foxtrot, el jazz– y también elementos del folclore– desde los tambores a la conexión entre la jota y el fandango. Seguramente Buñuel, que cerraba Simón del desierto con un concierto de rock diabólico, habría apreciado la ironía de convertirse en uno de los mejores letristas del pop en español.
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