Toros, fiesta, sangría y chotis

La derecha reconoce que no hay márgenes alternativos al modelo imperante desde hace años

Jesús Membrado Giner

Jesús Membrado Giner

En los diferentes estudios y encuestas que se vienen manejando desde hace decenas de años, España aparece como un país más de izquierdas, políticamente hablando, que Italia, Reino Unido, Francia y Alemania, por ejemplo. Eso se sabe desde los años ochenta, desde la transición democrática y las elecciones del año 1982.

Lo sabe también la derecha, y con esa premisa viene actuando los últimos cuarenta años. Por eso no les interesa que los debates políticos sean sobre los servicios y protección del estado del bienestar, los derechos individuales, el aborto, el divorcio , la eutanasia, el feminismo, el cambio climático, entre otros.

Se encontraban cómodos con la economía, no sabría decir si solo la economía o los negocios, pero es cierto que se presentan como magníficos gestores, sobre todo si vienen de empresas arruinadas. Por contra, ahora rehúyen ese debate, no se sienten a gusto, y lo entiendo, tras el apocalipsis económico que pronosticaron con catastróficos presagios. Resulta que nuestro crecimiento del PIB (5,4%) del año 2022 ha superado las previsiones más optimistas. Es el mayor crecimiento de la UE y el FMI acaba de confirmar a España como el país que liderará el crecimiento económico en la Eurozona de los próximos años, con el 1,7% en 2023 y el 2’,4% en 2024 frente al 0,71% y el 1’6% del conjunto de los socios del euro.

Son datos fríos, cierto, y por lo tanto dados al escepticismo, pero las colas ante las puertas del Banco de España para comprar letras del tesoro rompe el catastrofismo pronosticado, y el relato de un país al borde de la quiebra, porque esa gente nos muestra la confianza en la economía, en el Estado como marca segura. La demanda de deuda a través de la web hecha en el mes de enero supera a la de todo el año 2022, y de los 13.000 millones subastados el pasado mes, hubo una demanda por valor de 87.000. No son especulaciones, es la realidad que ni el frío de las largas esperas, ni los agoreros pueden obviar.

Pero cuando la derecha tira la toalla en los debates económicos, también reconoce que no hay márgenes alternativos al modelo imperante desde hace años. Que las grandes líneas de actuación se definen en la UE y en el Banco Central Europeo. Donde sí hay modelos diferentes es en la distribución de la riqueza y de los beneficios, en la fiscalidad y, desde hace algunos años, en cómo hacer frente económicamente al cambio climático. Son los temas que marcan ya los proyectos de las grandes corrientes ideológicas en nuestro país.

Que los millonarios aumentaran sus fortunas en 2.700 millones de dólares diarios, mientras que los salarios de 1.700 millones de trabajadores (entre los cuales están los españoles) crecieran por debajo de la inflación, o que las empresas energéticas y de alimentación duplicaran los beneficios, repartiendo 257.000 millones de dividendos entre sus accionistas, y que por cada dólar recaudado en impuestos a nivel global, tan solo 4 centavos se recaudaran sobre la riqueza, se ve de forma muy distinta , sea la derecha conservadora y liberal aplaudiendo el mercado y sus legítimos beneficios, o desde los sectores progresistas, intentando reequilibrar semejantes disfunciones y paliar los negativos efectos entre los millones de afectados.

Los excelentes resultados de los bancos, como consecuencia del aumento de los tipos de interés y su negativo efecto en el descomunal incremento de las hipotecas, producen un empobrecimiento que precisa soluciones y ahí es donde veremos qué medidas proponen unos y otros.

No se siente a gusto en estos problemas la derecha política española, que busca ventaja en el mismo eje que las derechas de casi todo el mundo; en el de la identidad y los intereses nacionales, que no de la nación. Y en España, el conflicto territorial se ha convertido en el filón para recuperar espacio electoral.

Para ello presenta al presidente Sánchez como liquidador del régimen surgido de la transición y adalid del antipatriotismo. Paradojas de la vida, los soberanistas catalanes más radicales añoran los gobiernos de Rajoy, aquellos años entre el 2012 /17 donde Madrid les dejó hacer hasta la aplicación del art.155 de la Constitución. La judicialización y el conflicto marcó la unidad del soberanismo catalán, roto en estos momentos por las medidas del Gobierno central. No sé cuánto tiempo durará, pero hoy, tras el acuerdo de ERC y el PSC con los presupuestos para Cataluña, el eje izquierda/derecha ha emergido frente a la confrontación patriótica del independentismo, y eso es bueno para todos.

Nos esperan largos meses de toros, fiestas, cañitas, sangría y chotis. De frases ocurrentes, groseras, altisonantes y provocadoras , antes de las elecciones de mayo. Las ideas para resolver problemas de la sanidad, la educación, el empleo juvenil, la vivienda, los bajos salarios, la marginalidad , los empleos pobres, la desigualdad, la contaminación, el cambio climático... ni vienen ni se les espera.

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