El Periódico de Aragón

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Juan Bolea

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El Huerva como ilusión

El Huerva como ilusión

Uno de esos graves temas pendientes, incomprensiblemente todavía sin abordar por lo que a Zaragoza ciudad respecta, viene siendo el tratamiento del río Huerva a su paso por la capital.

El cauce de este río atípico, pero muy interesante, que divide el Casco Viejo en dos, ha condicionado históricamente el urbanismo local. Zaragoza, en dos palabras, es hoy tal como la conocemos debido a que sus urbanistas se vieron obligados inmemorialmente, desde la Guerra de Independencia, incluso desde mucho antes, a sortear, salvar con puentes, cubrir o desviar el Huerva a su paso por Zaragoza. Los ejes o bulevares de Gran Vía, Sagasta y Constitución son consecuencia de esa lucha entre los arquitectos municipales y este pequeño pero profundo y obstinado río.

Ahora, por fin, tras algunos estudios e intentonas previas, el alcalde Jorge Azcón parece decidido a poner remedio al triste, insano, feo y peligroso discurrir urbano de un Huerva transformado a lo largo de las últimas décadas en verdadero albañal, recuperándolo para usos ciudadanos y, en unos cuantos años (las obras necesitarían ocho, dos legislaturas más), convertirlo en lugar de ocio, paseo, deporte y dominio ciudadano.

A tal efecto, en la concejalía de Urbanismo, dirigida por Víctor Serrano, se ha elaborado un plan integral destinado a recuperar y a reverdecer el río. Proyecto ambicioso, pero factible. Del que se espera, en primer lugar, que, en efecto, sea ejecutado próxima y ordenadamente; y, en segundo término, que pueda financiarse sin causar quebrantos a las arcas públicas. En cuanto a su coste, se apunta una primera cifra de 24 millones de euros. De los cuales, parte podría proceder de fondos europeos.

Parece un presupuesto razonable para acometer una larga lista de obras independientes entre sí pero armónicas en conjunto: saneamiento de vertidos; acondicionamiento de riberas; delimitación de zonas inundables y control de desbordamientos; instalaciones para prácticas deportivas; quioscos, senderos, carriles bici, y todo ello con respeto a la biodiversidad…

La recreación virtual resulta más que estimulante e ilusionará a buena parte de los zaragozanos. Sobre todo, a los más hartos, y son muchos, del Huerva tal como está.

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