TERCERA PÁGINA

Acoso escolar en Sallent

Sufrir acoso en la infancia o la adolescencia crea un agujero negro en el alma

Luis Ignacio Pérez Navarro

Luis Ignacio Pérez Navarro

Cada vez que hay una noticia acerca del acoso escolar, revivo con gran dolor todo lo que tuve que sufrir y el terror por el que pasé a los 12 años, en mi colegio, a manos de mis acosadores.

Sufrir acoso en la infancia o en la adolescencia crea un gran agujero negro en el alma. Da igual lo fuerte que uno sea o crea ser en el momento. El acosador o la acosadora es un sádico que disfruta con tu mal, que le encanta verte por los suelos, pisoteado, humillado y degradado; quiere tu destrucción absoluta. Nada que le puedas decir o hacer le va a aplacar; todo lo contrario; lo que digas o hagas irá siempre en contra tuya. Estos sujetos irracionales y perversos dividen el mundo entre ellos, los que tienen la verdad y saben cómo tienen que ser las cosas, y los demás, los diferentes, los «raros», los que no se adaptan al grupo o no hacen las cosas como el jefe de la tribu dicta. Para ellos, el otro tiene que ser castigado severamente y, si es posible, destruido por completo.

El caso de la gemela de Sallent es un ejemplo de todo lo anterior. Comprendo que llegara un momento en que decidiera suicidarse. Porque la vida se convierte en un infierno y no sabes qué hacer ni cómo salir de ahí; son situaciones que te provocan un dolor y un miedo indescriptibles que no sabes cómo parar, y que te pueden romper por dentro.

El que hace bullying causa daños enormes a su víctima. Además, el niño o adolescente que avasalla a otros y a quien no se le pone cortapisas adecuadas es un potencial agresor en la vida adulta. Es por eso que resulta fundamental atajar este gran problema desde la infancia, endurecer las penas y las responsabilidades contra aquellos que cometen este delito y proteger de manera más clara al niño, niña o adolescente indefenso ante los acosadores de turno.

Actualmente se ha dado algún paso y hay más soluciones; ya no es una «cosa de niños», como se decía antes para no enfrentarse al problema o a la realidad de que pudiera haber padres o educadores culpables. A pesar de esto, comparado con los progresos llevados a cabo en el tema de la violencia de género, estamos todavía empezando.

Sin embargo, un niño o un adolescente se puede sentir tan frágil e indefenso como alguien que sea víctima de la violencia de género, o incluso más.

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