EL ARTÍCULO DEL DOMINGO

Un trasvase natural

Frente a los que ven a Lambán como la ultraderecha del PSOE y a los que le sitúan al mando de una socialdemocracia conservadora, el candidato socialista a la reelección ha querido poner en valor a Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, y se lleva de la mano al líder de este sindicato en Aragón. Nada nuevo pero sí muy simbólico

Nicolás Espada

Nicolás Espada

Repasando los líderes que la UGT ha tenido en Aragón desde la vuelta de la democracia, solamente hay uno que se ha mantenido al margen de la política del PSOE regional. Benito Rodrigo y Santiago Vallés enseguida accedieron a cargos de diputado nacional y concejal en el Ayuntamiento de Zaragoza con el retorno de las elecciones. Alfredo Arola hizo después ese paso del sindicato a la política activa siendo consejero del Gobierno de la primera legislatura autonómica y, años más tarde, José Antonio Cid pasaría del liderazgo en el sindicato durante varios años a consejero de Industria del Gobierno socialista de José Marco. Su sucesor en la UGT, Jesús Membrado, dejaría un tiempo después la secretaría general sindical para ser diputado por Zaragoza en el Congreso y solo quien le sustituyó, Julián Lóriz, decidió dejar la escena pública una vez que, pasados unos años, no se presentó a la reelección. Para entonces, el hoy líder de UGT Aragón, Daniel Alastuey, ya había sido diputado en las Cortes de Aragón y en la próxima legislatura ocupará otra vez un escaño en la Aljafería, a sus 60 años. Es, pues, un trasvase natural cuyo objetivo fundamental es llevar la perspectiva laboral a la política y arrastrar más votos, o al menos intentarlo. Nada nuevo si tenemos en cuenta todos esos antepasados e incluso, a nivel nacional, está el momento en que el líder ugetista, Nicolás Redondo, es incluido en las listas electorales del PSOE de Felipe González y ocupa un sillón del Congreso hasta que la reforma de las pensiones provoca una ruptura entre ambos con la dimisión del propio sindicalista.

Pero que Daniel Alastuey vaya a acompañar a Javier Lambán en la lista socialista a las Cortes de Aragón por Zaragoza es muy simbólico. El presidente del Gobierno aragonés y candidato a la reelección quiere dejar muy clara su apuesta laboral. Esa que le ha llevado en los últimos años a mantener un diálogo social gracias al cual Aragón está inmersa en una paz social que, a su vez, ha fortalecido el empleo y permite disfrutar en la comunidad de gran estabilidad. Con el líder de la UGT de la mano, el candidato socialista quiere vender que hay que hablar de los problemas reales de los aragoneses y que estos vienen muy derivados de la inflación. Pero además, el empuje sindical del líder del PSOE estará pensado para que el socialista no se escore a la derecha. Ese es el riesgo de todos los partidos socialdemócratas (y a Lambán se le acusa de eso) y siempre se ha intentado frenar con la rama sindical socialista. Se pretende evitar así también el miedo a los retrocesos sociales, de forma que siempre habrá un referente ético en el Parlamento como lo fue Redondo en su época que no se plegó a las estrategias políticas socialistas y dimitió. Para algunos puede ser una imagen un tanto antigua puesto que ahora ya no se da esa ligazón que sí existía en plena Transición de que UGT se alineaba con los socialistas y CCOO con los comunistas. En la actualidad hay de todas las formaciones políticas (o de casi todas) en ambos sindicatos, aunque las raíces socialistas de la UGT siguen siendo profundas. Socialistas y ugetistas siempre han sido correa de transmisión, algo que no es (ni debe ser) malo para la sociedad en general. Lo sería si desde el poder político se quisiera supeditar la estrategia sindical al ámbito de los gobiernos, cualquiera que sea. Esto sería una visión cortoplacista en la que ni los políticos ni los sindicalistas deben entrar.

El tiempo dirá si el trasvase natural de Alastuey le sale bien a Lambán y al PSOE pero sí debería servir para algo importante en la sociedad actual. El relevo que debe hacerse en las próximas semanas en UGT debería ser todo un ejemplo de modernidad y apertura de miras. Nunca los sindicatos de clase aragoneses han estado liderados por una mujer. Es cierto que en las distintas federaciones de las centrales hay mucha presencia femenina, e incluso en la dirección de ellas. Pero vendría bien que a Alastuey le sucediera una mujer. Cuadros tiene el sindicato para hacer posible esa sucesión. Y quizás sería una ocasión de oro para que la sociedad no vea tan distantes a unas organizaciones que todavía tienen mucho que decir en la sociedad española.