¿Cuánto quieren a su país?

La reciente fuga de una gran multinacional española como Ferrovial ha generado merecidas críticas

José Manuel Lasierra

José Manuel Lasierra

La reciente fuga de una gran empresa multinacional española como Ferrovial ha generado importantes y merecidas críticas por parte del gobierno. A su vez el gobierno y en particular su presidente Sánchez han sido duramente criticados por esos comentaristas nominados, que están en nómina, ya me entienden, y por otros que presentan análisis más serios y sin un sesgo partidista exagerado. Por supuesto la oposición política se ha hartado con sus comentarios vacíos.

No tengo claro si hubiera dicho lo mismo si esa deslocalización se hubiera producido mientras ellos mandasen. ¿Quizá hubieran señalado educadamente que la empresa estaba en su derecho? Ahora que estamos en precampaña electoral, ¿nos imaginamos cuál puede ser el sueño de un candidato a alcalde o a presidente de Comunidad Autónoma? Aparecer con un proyecto de instalación de una gran empresa que crea empleo en su territorio.

Esto ocurre en todos los niveles de gobierno por lo que no entiendo que no haya habido como mínimo un lamento del ámbito empresarial y de todo el arco político. Bueno de todo el arco político no, porque hay ministras, por lo menos dos, que no saben qué hacen las empresas y cómo contribuyen a la riqueza nacional y, también, a su propia riqueza personal.

Más sorprendente es la comprensión y justificación de esta fuga por representantes empresariales, desde CEOE hasta la Asociación de la Empresa Familiar.

Un poco de historia. A mitad de los ochenta, cuando se produjo la entrada de España en la Comunidad Europea, hubo una venta masiva de empresas a inversores extranjeros. En esa ocasión los empresarios franceses se dirigieron a Mitterrand para que privatizara también sus empresas. Este les contestó: compren España que está en venta. Años más tarde, desde finales de los 90 hasta mediados del 2000, hubo un momento de presencia empresarial española muy importante en el Reino Unido. Sucedía que, si iban a un banco, este posiblemente era español, el que tenía más presencia en la banca minorista, el Banco de Santander; si usaban el teléfono posiblemente fuera una empresa filial de Telefónica la que les atendiera; si encendían la luz y particularmente si era en Escocia se la suministraba otra empresa española y si se iban de viaje por el aeropuerto de Heathrow era precisamente una empresa española la que llevaba toda la gestión. Se nos llamó los nuevos conquistadores.

A lo largo de estos últimos treinta años nuestro sistema productivo y empresarial se ha transformado extraordinariamente tanto en el ámbito nacional como en el internacional. El último indicador lo muestra el comportamiento de nuestro sector exterior. Llevamos más de cinco años con un importante superávit comercial, más allá de lo que aporta el turismo y a pesar de la factura energética. Eso demuestra la fortaleza y la competitividad de nuestras empresas. Recordaré lo que exportábamos en España en los años sesenta y setenta del pasado siglo para conseguir divisas: naranjas, sólo vendíamos naranjas.

Tenemos un tejido productivo como no hemos tenido nunca en la historia, pero esto no ha salido de la nada. Tenemos una mano de obra cualificada y sana, unas infraestructuras bastante buenas, una más que razonable estabilidad política y social, a pesar del ruido mediático, que ha contribuido a crear entornos donde las empresas bien gestionadas han crecido y se han posicionado en los mercados. Ha sido tarea de todos, no sólo de unos.

La presencia de multinacionales españolas en el exterior refuerza una especie de marca España, genera lo que en términos mercantiles podría relacionarse con algo parecido a un fondo de comercio, que favorece el conjunto de esas empresas y a la economía española en general.

La ministra de Economía señalaba que Ferrovial se había beneficiado de la obra pública y las contratas de servicios de la economía española pero no sólo eso. Esa estructura social, política y económica, que ha catapultado a muchas empresas, la han creado el conjunto de las empresas y trabajadores y la sociedad en general. ¿Cómo aplicamos eso de bien nacidos…? Pues bien, ¿no son pertinentes las declaraciones del presidente del gobierno denunciando ese comportamiento egoísta y miope ante algunas obligaciones morales y éticas, y no solo tributarias, de esas empresas que han recibido y reciben tanto de su país y ahora se olvidan de él? Afortunadamente hay otros ejemplos empresariales bien distintos.

Recordaría a muchos trabajadores, pymes y autónomos que esas grandes empresas como Ferrovial pagan proporcionalmente muchos menos impuestos que ellos y aún les parece mucho. Ahora juzguen.

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