El tren del nunca jamás

A los franceses no les interesa llevar el tren a España por Canfranc. Igual que no han hecho nada por hacer una carretera apta a la salida del túnel de Somport. En 53 años nadie les ha convencido porque no miran al sur. Y lo triste es que siguen igual

Nicolás Espada

Nicolás Espada

El 7 de diciembre del año 2004, el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, viajó a Zaragoza para presidir la cumbre hispano francesa junto al que era presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos jefes de los ejecutivos se acercaron hasta la plaza del Pilar, donde un grupo de defensores de la reapertura del tren de Canfranc les esperaban con pancartas en francés y español (Faire l’ Europa, rouvrir le Canfranc / Hacer Europa, reabrir el Canfranc) reclamando que Francia cumpliera de una vez sus promesas de trabajar en la línea férrea. Para desesperación de los guardaespaldas y los agentes de seguridad, los dos presidentes saludaron a todo aquel que les tendía la mano en su camino a pie. Pero al llegar a donde estaban los manifestantes, Chirac se limitó a sonreír y siguió su camino hacia el Ayuntamiento de Zaragoza. Cosas de la grandeur. Unos cuantos años después, el que fuera primer ministro con Emmanuel Macron, Jean Castex, se comprometió «a trabajar por la apertura de la línea férrea con España por el Pirineo aragonés». A día de hoy, el ministro de Transportes francés, Clémet Beaune, no contempla inversiones a corto plazo en la reapertura de la vía Pau-Canfranc-Zaragoza en sus presupuestos, según aparece reflejado en un informe del Consejo de Orientación de Infraestructuras publicado a principios de este año sobre los programas y la revisión de sus proyectos para los próximos ejercicios. Esta es la postura real de Francia ayer, hoy y mañana.

Es decir, desde que en 1970 los propios franceses dejaran morir este ferrocarril Francia-España por Aragón a raíz del accidente que medio provocaron, no han tenido ninguna intención de volver a poner en servicio la línea. 53 años después, las inversiones deberían ser más altas y como se ve, sonrisas, buenas palabras y a otra cosa hasta la vez siguiente. Es lo mismo que han hecho con el túnel del Somport, que una vez cruzado desde España, tiene una salida a una estrecha carretera que no tiene ningún atractivo para nada y menos para las empresas que tienen que cruzar el Pirineo. Ni los de Aquitania, que tanto empeño ponen para seguir la estela aragonesa por la reapertura han conseguido nada del Gobierno de París. Y tampoco es que el español se haya esforzado por conseguir nada, aunque hay que reconocer que, a su ritmo (es decir tan lento que cuando se acabe de mejorar la línea Zaragoza-Canfranc ya habrá que volver a hacer obras porque se habrá quedado anticuada) va avanzando. Conclusión: el tren de Zaragoza a Pau hoy en día es una quimera porque a los franceses no les importa. Ni ven interés ni nadie ha sido capaz de conseguir que lo vean. Por lo que en este lado de las montañas hay que ser realistas y pensar que solo por el Este y por el Oeste puede haber, a día de hoy, transporte de viajeros y de mercancías entre Francia y España. Por el centro, imposible.

Se pide siempre una unidad social y política en España, pero lo que hay que hacer es convencer a los franceses de París, no a los del sur. Los políticos galos del norte solo ven que en el Pirineo francés solo hay aldeas despobladas y los comercios han cerrado porque la población pasa a comprar a España que tienen precios más competitivos. De industrias hay poco rastro. Pero en el sur se piensa que la línea Pau-Canfranc-Zaragoza podría enlazar París y Madrid por cada extremo en alta velocidad y la carga (ahora hay que pensar en los camiones dentro del ferrocarril) tendría un gran eje de transporte desde Algeciras o desde Valencia hacia el norte de Europa. Pero eso nadie lo ve en la Francia que decide. Por eso hace falta mucho realismo en las decisiones que se tomen a este lado de la frontera. Porque igual que desde que se abrió el moderno túnel del Somport, nadie ha movido un dedo en Francia para que la carretera al otro lado sea decente y no dé la sensación de pasar el túnel del tiempo (y por lo tanto no pueda ser una auténtica alternativa a los pasos de Irún y La Jonquera), hay que pensar que se van a seguir los mismos pasos con la vía férrea. O sea, que quedará una magnífica vía de Zaragoza a Canfranc (aunque el número de viajeros es el que es) pero al otro lado habrá que seguir por una carretera cutre y buscar alternativas ferroviarias como hasta ahora. Tiene pinta de que el tren soñado es algo así como el tren del nunca jamás.

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