El artículo del día

Es el capitalismo

El colapso de dos bancos en EEUU ha tenido un efecto mariposa en todo el mundo

Jesús Membrado Giner

Jesús Membrado Giner

El colapso de dos bancos en EEUU y la caída del Credit Suisse han tenido un efecto mariposa en todo el mundo, con la caída de las bolsas, el temor de los ahorradores por sus activos, la desconfianza en las entidades financieras y el alza de los tipos de interés, que los bancos centrales practican como cortafuegos al aumento de los precios. Hasta es posible que se aplaque el aumento del Euribor y por lo tanto se frene el incremento de las hipotecas.

¡Es el capitalismo!, ha sentenciado el presidente de Estados Unidos cuando le han preguntado si los accionistas podrían estar cubiertos por el Estado. «Unas veces ganan y otras pierden ,y los que no tendrán ningún problema en recuperar su ahorros serán las personas y entidades afectadas».

Han pasado quince años de los primeros síntomas de la mayor crisis bancaria tras el crack de 1929, y otra vez resuenan los mismos tambores, con la misma música y las mismas letras: gestiones caóticas, directivos corruptos, fondos confusos, escaso control de la Administración... Lo de siempre. No aprendemos, o más bien no quieren aprender. El dinero fácil, los beneficios rápidos, la ingeniera financiera para maquillar activos y seguir alimentando a los accionistas. Cuando explota, papá Estado no tiene más remedio que acudir a socorrerlos.

En la elitista reunión anual del Foro Económico Mundial reunido en Davos el pasado mes de enero, el informe de riesgo global presentado por la organización reconoce la existencia de una policrisis en el capitalismo (ambiental, social y las derivadas de las tendencias geopolíticas y económicas subyacentes) que obliga a reformularlo, a fin de que sea «inclusivo para todos». En términos generales, viene a decir , que actualmente el capitalismo se puede definir en base a tres modelos . «El capitalismo de los accionistas», mayoritario en las corporaciones occidentales, que tiene como principal objetivo maximizar ganancias, y que se desconecta cada vez más de la economía real; «el capitalismo de Estado», que confía al Gobierno la dirección de la economía, y que su mayor representante en la actualidad es China; y, por último, lo que ellos llaman «el capitalismo de todas las partes interesadas», por el cual las grandes corporaciones, junto con los gobiernos y las organizaciones multilaterales, pueden desarrollar un modelo más cercano, menos agresivo y más compartido, que se plantea como la única opción para salvar al capitalismo de la policrisis anunciada.

El informe de este distinguido club, que suele albergar a unas 3.000 personas de la élite económica mundial, me sirve para hacer algunas reflexiones sobre la reciente fuga de una empresa multinacional como Ferrovial, prototipo de ese modelo de «capitalismo de los accionistas», que busca en Ámsterdam un mejor tratamiento fiscal que le posibilite mejorar las cuentas de resultados.

Las justificaciones para hacerlo han sido muchas y variadas: desde tener un mejor emplazamiento para salir a bolsa en EEUU, hasta denunciar la inseguridad jurídica de nuestro país, precisamente cuando se están multiplicando las inversiones extranjeras.

La inseguridad jurídica es el argumento recurrente con el que el capital disfraza su comportamiento ante cualquier decisión gubernamental que les incomode. Para ellos, los intereses del dinero están por encima de cualquier otra cosa. Es más, para ellos la economía debe estar fuera de cualquier control político, lo fundamental son los beneficios de los accionistas.

Se da la paradoja de que el crecimiento de esta empresa está muy ligado a las adjudicaciones públicas que la administración le ha hecho en toda su historia. Solo desde 1991 el Ministerio de Fomento le ha encargado obras por valor de más de 9.000 millones de euros.

Salvando la profesionalidad de sus trabajadores y la calidad de las obras realizadas, ¿en cuánto se puede cuantificar el valor añadido de las miles de actuaciones realizadas con las millonarias adjudicaciones de obras y servicios realizadas por los diferentes gobiernos? Porque en todos estos años ha habido aciertos y errores en lo planificado, modificaciones de contratos derivados de cálculos inexactos, ampliaciones de las concesiones...

¿No hay en estas prácticas una cierta corrupción legal? Usan las leyes para conseguir concesiones de obras, aprenden de los fallos y errores que pueden tener y cuando han cubierto sus expectativas, dejan el país colgado de la brocha. Porque lo suyo es ordeñar la vaca de forma insaciable por la patria y la bandera.

Cuando Davos reniega de estas prácticas, está lanzando un mensaje diferente, y es que el poder de las multinacionales no puede superar al de los estados.

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