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Justicia en Bielorrusia

Justicia en Bielorrusia

Justicia en Bielorrusia / Juan Bolea

Juan Bolea

Juan Bolea

En las dictaduras –y por eso, entre otras cosas más graves aún, lo son–, no hay división de poderes. En esos regímenes, tan numerosos, por desgracia, en medio mundo, Montesquieu ha muerto dos veces, o muchas más. El ejecutivo, el legislativo y el judicial coinciden en el tirano, tres personas en un solo dictador verdadero. Ninguno de esos déspotas conserva en su biblioteca las obras de Montesquieu. Muchos no tienen ni siquiera biblioteca, o la han convertido en cámara de torturas.

Por ejemplo, el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko.

Ese siniestro tipo, con aspecto de mercenario militar (a tanto el golpe, el crimen de estado), está degradando a su pobre país en un coto cerrado a la libertad.

La última prueba de su feroz intolerancia ha consistido en guardar un sepulcral pero depredador silencio cuando, recientemente, un tribunal de Minsk dejó caer su mazo condenando al Premio Nobel de la Paz de 2022, el también bielorruso Aliés Bialiastski, a diez años de prisión.

Con gran satisfacción de Lukashenko, una jueza llamada Marina Zapasnik le ha sentenciado por «formar parte de una organización de contrabando con financiación de acciones colectivas gravemente atentatorias contra el orden público».

De lo único, en realidad, que se podría culpar a Bialiastski, quien ya llevaba detenido desde julio de 2021, sería de defender los derechos humanos en Bielorrusia al frente de una fundación suya, la ONG Viasna, cuyos principales dirigentes han sido asimismo condenados a varios años de prisión, entre siete y diez, por los mismos supuestos delitos y por la mencionada juez. Pero, según el fiscal que instruyó su acusación, Oleksandr Korol, todos ellos «movieron ilegalmente en territorio bielorruso importes superiores a los doscientos mil euros, dinero con que planeaban acciones colectivas de carácter subversivo bajo la apariencia de actos de caridad».

Además de Bialiastski, las víctimas de los tribunales de Lukashenko son Valentin Stefanovich, vicepresidente de la Federación Internacional por los Derechos Humanos; el abogado de Viasna, Vladimir Labkovich, y otro defensor de los derechos humanos, Dimitir Soloviov.

Uno se pregunta: ¿Cómo acabar con estas dramáticas injusticias, como acabar con estos trágicos tiranos?

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