¿Qué fue del trepa?

Daniel Gascón

Daniel Gascón

En 1996, a los 81 años, Saul Bellow impartió un seminario titulado Young men on the make: ambitious young men in the novel. Entre las lecturas estaban Papá Goriot, Rojo y negro, Grandes esperanzas, Crimen y castigo, La hermana Carrie, El gran Gatsby. Me habría encantado asistir; se me ocurren otras candidatas: Ilusiones perdidas, Por qué corre Sammy, Últimas tardes con Teresa. Un antecedente podría ser el Lazarillo. Las aventuras de Augie March habría sido una buena obra para el curso, pero Bellow no era un profesor español y no incluía sus libros entre las lecturas obligatorias. Tampoco podía recomendar El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, porque se publicó quince años después.

El tema es fértil: la novela del XIX, que más o menos se convierte en el modelo dominante, describe un momento de transformación económica y social. Hay cambios tecnológicos, políticos, laborales, una posibilidad de ascenso social que antes era infrecuente, el protagonismo de nuevas clases como la burguesía y el proletariado. El tema continúa en el siglo XX; en el caso de Estados Unidos se combinaba con el sueño americano; el cine y la música recreaban ese mito. El personaje lucha por el éxito; a veces pierde, derrotado por el sistema o el destino, o gana traicionándose.

El género inicialmente era a menudo masculino, porque esa movilidad social era mucho más limitada para las mujeres (y la prisión de la que debían escapar era más íntima, como muestran las heroínas de la novela del XIX), aunque eso fue cambiando. Janan Ganesh se pregunta en el Financial Times qué ha sido del arribista: en muchas de las obras más exitosas de la actualidad, de Succession a Fleabag, pasando por Sally Rooney («una poeta de la desilusión, cuya obra resuena en una época de graduados treintañeros que comparten piso»), esa figura ha desaparecido. Para Ganesh, uno de los motivos es que las profesiones creativas (incluido el periodismo) proporcionan poco dinero, por lo que quienes se dedican a ellas es gente que tiene ayuda familiar.

Un estudio reciente revelaba que en el Reino Unido la proporción de escritores, músicos y actores de clase obrera se ha reducido a la mitad desde 1970. La movilidad social que conocen muchos profesionales creativos, «es, a lo sumo, suavemente descendente»: el resultado es «un punto ciego para la ambición no irónica». Sus obras, cree Ganesh, no reflejan los problemas de una generación o una decadencia más amplia, sino «la inusual languidez de lo que realmente es una pequeña secta de la sociedad, lo bastante privilegiada como para haber partido de altas expectativas». No es Stendhal; es una versión de La marcha Radetzky con iPhone, que contrasta con la competición y el dinamismo de otros sectores y lugares. H