Feliz primavera

Miguel Miranda

Miguel Miranda

El ruido de los tambores se acabó y ahora se nos viene encima el ruido d e la campaña electoral. No debería de ser molesto si los candidatos se dedicaran a explicarnos su concepción de cómo debe funcionar la sociedad, de presentar sus propuestas para la Comunidad o los Ayuntamientos, que es de lo que ahora se trata, en lugar de enzarzarse en polémicas absurdas de muy bajo nivel intelectual poniendo en evidencia su frecuente mediocridad. Alguna candidata ha comenzado a exponer proyectos concretos en zonas concretas y eso está muy bien porque supone compromisos con la ciudadanía que ésta algún día podía exigir que se cumplan. Las redes, como las hemerotecas, tienen memoria. Pero de eso se trata, de conocer sus planes para que la ciudadanía decida. Otros ponen floreros de plástico, un hito de la innovación más cutre. Bien es cierto que hay mucho voto decidido bien por adhesión ideológica o emotiva, aunque éste cada vez es menor. También hay otra parte del voto que se emite en contra de otros. Habrá quien vote a sus siglas de siempre, aunque las listas cerradas le produzcan urticaria y lo hagan con los ojos cerrados, a regañadientes. Y otros a pesar de factores intelectuales y emocionales se irán a la abstención porque consideren que nadie merece su voto. La campaña electoral debería pues proporcionar argumentos para que la ciudadanía se interese por lo común, por el futuro que está por construir, por las soluciones que se proponen a los problemas compartidos. Esto no va de cómo algunos se aseguran cuatro años más buscando equilibrios entre familias o cambiando de chaqueta en giros por lo demás bastante previsibles aunque produzcan vergüenza ajena. Esto va de política con mayúsculas, no de miserias humanas, aunque soy consciente de que caigo, una vez más, en la ingenuidad. Serán sin duda un preámbulo de las Generales cuyo resultado determinará en qué país vamos a vivir. Ahí nos la jugamos. Feliz primavera. H