AL MARGEN

De mercadillos y bares

Marian Rebolledo

Marian Rebolledo

Hay un vídeo que corre por ahí en el que la humorista Yolanda Ramos, que coincidió con Tamara Falcó en Master Chef, le está contando que ella se compra bragas en el mercadillo: la cara de Tamara es un poema de asco y lástima. Me he reído mucho viéndolo, porque yo soy muy de mercadillos, y también muy de bares. Lo mismo que a Tamara no se le ha perdido nada en un mercadillo, tampoco la veo yo en un bar de pueblo, de esos con las mesas de formica, la puerta de aluminio con barrotes y la tele sintonizada en Tele 5. En el ejercicio de la profesión he frecuentado mil bares de pueblo, de los que cuando entras y eres de fuera, te mira todo el mundo con curiosidad. De esos donde, si te pilla el toro trabajando y es la hora de comer, te preparan un bocadillo tamaño XL a cualquier hora, y encima te dan un poco de charla. Cuento todo esto porque me he enterado de que Teruel Existe ha presentado en el Congreso una proposición de ley para incluir estos negocios en la Ley de Economía Social, y que así puedan beneficiarse de ventajas económicas, fiscales y administrativas. La proposición está pensada para locales de hostelería y restauración de pueblos de menos de 200 habitantes. Bien visto, porque si un pueblo cierra su único bar, algo se muere en ese lugar: sobre todo, un sitio al que ir. Eso que en la ciudad sobra, y que tanto falta en el Aragón despoblado. El lugar donde ocurre todo. Piensen en esas escenas tan descriptivas en la película As bestas, las que transcurren en el bar de la aldea. Por cierto, la iniciativa de Teruel Existe incluye también beneficios para la venta ambulante. Pues lo que yo decía: mercadillos y bares. El alma de la sociedad rural.

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