Segunda edición

Roberto Malo

Roberto Malo

Es muy ilusionante cuando una editorial apuesta por tu manuscrito y decide publicarlo. De alguna manera, los editores arriesgan su dinero en la ruleta de la fortuna literaria y apuestan al negro de la tinta impresa. Como autor, me puede dar más o menos igual que se venda bien o mal el libro, pero pensando en la editorial uno siempre espera que por lo menos recuperen la inversión, que no se arruinen por culpa de uno (lamentablemente, he visto cerrar a demasiadas editoriales), o que incluso tengan ganancias con el libro. No voy a convertir en millonarios a mis editores, me temo, pero confío íntimamente en que por lo menos tengan algún exiguo beneficio económico con mis obras. De corazón lo pienso.

Así pues, cuando me anuncian que la primera edición se ha agotado y sale la segunda edición, editores y autores nos alegramos por igual. Objetivo cumplido. Si lo lleva visible como una medalla, me gusta señalar el libro en las ferias o en los salones, apostillando el consabido «Segunda edición. Por algo será», como muletilla de marketing infalible. Solamente hay algo mejor que sacar una segunda edición: sacar una tercera, una cuarta, una quinta, una sexta edición… Por ediciones va a ser. Las que haga falta, oiga.

También me hace especial ilusión cuando aparece una reedición de un libro que ya se agotó y cuya editorial original desapareció y una nueva editorial le da otra oportunidad. De algún modo, es como resucitar ese libro, como insuflarle una nueva vida. Resurge de sus cenizas y vuelve al ruedo literario. A veces sale con mejor cara, más guapo, más cuidado, como si el paso del tiempo y el cambio de casa le hubieran sentado la mar de bien. Que vengan muchas ediciones, claro que sí, que cada una es un pequeño milagro. Y no es por presumir, pero de alguno de mis libros infantiles han salido siete ediciones. Por algo será.

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