EL MIRADOR

Carretera y manta en las lecturas del conocimiento

Carmen Pérez Ramírez

Carmen Pérez Ramírez

Los primeros soles que posan sobre nuestros hombros nos activan el despertar del letargo invernal, si además se añade el frenético optimismo de los políticos en campaña electoral y la festividad de San Jorge, acompañada con el Día del Libro, el ambiente se ha ido llenando de energía positiva. Llegadas estas fechas en las que las inercias nos llevan a transitar, me viene a la memoria el dicho que se solía decir antaño cuando se emprendía una travesía: «¡Venga! Carretera y manta». La expresión viene de aquellos aldeanos que viajaban caminando o iban con sus respectivos animales de carga llevando una manta que, en caso de necesidad, utilizaban como abrigo o como base para dormir a la intemperie.

En aquella época era un elemento imprescindible para el andariego. En numerosas obras hemos leído y visto escenas dibujadas por Gustave Doré como Un alto en Jaén, en el libro Viaje por España de Charles Davillier. En el Quijote, Cervantes describe una de las escenas que protagoniza Sancho Panza cuando es manteado con su propia manta por salir de la fonda sin pagar, en el Manual para viajeros por España y lectores en casa, el escritor Richard Ford narra los detalles de ese atuendo y sus numerosas utilidades. Son varias acepciones las que se le pueden atribuir a la sencilla manta, su uso es muy variado y casi seguro que la mayoría sigue llevando una en el maletero del coche. De vez en cuando hay que tirar de ella, o liarse con ella, una amiga a tener en cuenta.

Los libros, sus lecturas nos nutren el conocimiento, invitan a ver y entender lo que no somos capaces de aprender. Experiencias transmitidas, creaciones impensables, históricos hechos. Todo ello aporta al lector beneficios culturales ampliando perspectivas de comprensión y desarrollo intelectual, educacional y emocional. En la época escolar favorecer el hábito de la lectura es la base más fluida para que los alumnos consigan crecer y desarrollarse en el discernimiento y en la comprensión. Es algo vital para conseguir mentes saludables, además de ser la clave de la felicidad, abre perspectivas al mundo, activa la curiosidad por saber, por memorizar. La lectura es un antídoto para el aburrimiento, para el estrés, es la evasión para viajar a otros lugares, ayuda a conectar, a conversar, a saber y entender.

Además de los beneficios descritos, la lectura influye en el plano fisiológico; estudios científicos han demostrado que quien lee habitualmente incrementa la conectividad de sus neuronas, además de ser un vehículo para interpretar la realidad que nos rodea, facilita el acercamiento y disfrute de la contemporaneidad en las artes plásticas. El conocimiento de este apartado se ha de basar en previas y amplias lecturas para llegar a saber lo que nos ofrecen los artistas y distinguir lo que se está viendo en cada propuesta. Tenemos un gran legado visual con las puertas abiertas hacia la creatividad, pero se quedan congeladas esperando que la ciudadanía consiga el hábito de visitar los espacios expositivos. Si en España aún siguen los índices de lecturas bajos, no digamos la asistencia a las salas relacionadas con el arte. Es de Perogrullo pensar que si se dan avances en los índices de lectura, se verá reflejado en la población con una mayor erudición en educación y en convivencia.

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