SALÓN DORADO

De protocolos y propietarios

José Luis Corral

José Luis Corral

Lo ocurrido el 2 de mayo en la fiesta de la Comunidad de Madrid fue un sainete que ni Carlos Arniches hubiera imaginado: una presidenta autonómica impidiendo a un ministro que subiera al estrado, ese ministro pretendiendo colarse sin haber sido invitado y una jefa de protocolo sujetando por la cintura al ministro cual placaje de rugby: un verdadero esperpento.

La prensa y los tertulianos culpabilizan a los causantes de esta astracanada según su sesgo ideológico: los medios afines a la Derecha señalan al ministro por provocador y por haber acudido sin invitación, y los medios de la Izquierda culpan a la presidenta de la comunidad por maleducada y «broncas». Basta saber a qué bando pertenece cada cual (tertulianos y medios) para deducir qué va a opinar de este asunto; y así, siempre.

Lo que subyace en este disparate es una falta de educación, una carencia de estilo, un afán de protagonismo y una idiotez supinas; además de una lucha insensata por el poder, en la que vale casi todo, aunque se haga el más espantoso ridículo.

La señora Díaz Ayuso logró hace dos años una holgada mayoría relativa gracias a que se presentó como la más firme oposición al gobierno del señor Sánchez, con proclamas y mensajes simplones que la Izquierda madrileña no sólo no supo contrarrestar, sino que cayó en la trampa poniéndose a su nivel, o incluso más bajo.

Especialmente torpes fueron los socialistas, que llevan décadas sin acertar con las propuestas políticas ni con los candidatos que puedan ganar a la Derecha, y eso pese a que el PP en la Comunidad de Madrid no se ha caracterizado por tener presidentes que destacaran por su ética, su formación o su cultura. Recuerden si no a aquella señora que aparcaba en el carril bus, que escapaba a la carrera de los agentes municipales de seguridad vial y que ni se enteraba de que presidía un gobierno autonómico que era un cenagal lleno de «ranas», según su propia expresión, con más corruptos por metro cuadrado que en una reunión de gánsteres de Chicago en los felices años veinte.

El ministro Bolaños, o sus asesores, ha estado muy torpe al tensar la situación, cayendo como un pardillo en la celada que le prepararon. Parece que lo ocurrido le dará más votos a la señora Díaz Ayuso, que se comporta con un sentido patrimonial de las instituciones como si fueran suyas y no de todos los madrileños; claro que, en esto, no es muy distinta al propio presidente del Gobierno, que toma decisiones, véase lo ocurrido con el Sahara Occidental, como si España fuera su cortijo.

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