Sala de máquinas

Guerra sucia

Juan Bolea

Juan Bolea

La sucia guerra y la guerra sucia entre Rusia y Ucrania se han convertido en guerra-basura. Para la completa aniquilación del enemigo vale cualquier medio, obviando toda prohibición de las convenciones internacionales que regulan mínimamente estos conflictos en los aspectos de atención a heridos, evacuación de civiles, acogida de refugiados o intercambio de prisioneros. Las minas anti-persona, condenadas y erradicadas en la mayor parte de los conflictos bélicos de las últimas décadas, han vuelto a hacer en Ucrania su siniestra aparición. Se calcula que son diez mil ucranianos los que han perdido una pierna o parte de su cuerpo al contacto con estos maquiavélicos explosivos enterrados en las afueras de las ciudades, en caminos o campos por los que pasa la infantería, cualquier grupo de población, cualquier ciudadano. Diez mil mutilados por minas anti-antipersona, sí, una cifra que nos hunde en un pozo de desolación. No hace apenas unos años, algunos de esos artefactos se fabricaban en España y se exportaban a muchos países. Es de esperar que no se hayan vuelto a enviar a Ucrania desde nuestro país. Sería interesante saber dónde se han fabricado.

Guerra o guerrilla-basura es la practicada por el sicario del Kremlin, el psicópata criminal Yevgueni Prigozhin. Un empresario del terror, un señor de la guerra enriquecido por el amo al que sirve con canina lealtad, ese Vladímir Putin en busca y captura por el Tribunal de La Haya que le paga los contratos y suministra municiones y medios para destrozar ciudades, violar mujeres, llevar a cabo la limpieza étnica y el genocidio de la población ucraniana en las regiones que consideran rusas.

Los viles mercenarios de Prigozhin. pagados por Putin, se unen en sus batallones a los presos liberados de las cárceles rusas con la promesa de obtener la libertad si combaten por su país. De aquel clásico ejército ruso que derrotó a Napoleón o a Hitler ya no queda nada, sustituido como lo está siendo por la escoria carcelaria s los no menos miserables soldados de Prigozhin.

Todas las formas de la maldad, el horror, la tortura, la crueldad y la locura caracterizan la guerra-basura de Putin y Prigozhin. Dos sádicos armados hasta los dientes y dispuestos a utilizar los más sucios recursos para eliminar a sus enemigos.

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