DELANTE DE TUS NARICES

Dejad estudiar STEM a las chicas

Daniel Gascón

Daniel Gascón

El presidente del gobierno ha anunciado que es indispensable avanzar en la enseñanza de las disciplinas más disruptivas, y en especial en STEM e ingenierías, «con perspectiva de género». STEM es el acrónimo en inglés de los términos Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Según el presidente, «España debe ser un país para la ciencia, para la investigación y sobre todo para la investigación de las mujeres», en el que «las mujeres quieran y puedan hacer ciencia, sin barreras, sin obstáculos, sin peajes vitales que obliguen a sacrificios y a renuncias». Sería una pena que estas palabras se perdieran en el fragor preelectoral: no es el típico bullshit que oímos a los políticos, ni una vacuidad sensacionalista impulsada por la cercanía de unos comicios. Son unas palabras oportunas y audaces, que delinean un verdadero programa y un compromiso. Una de las primeras medidas que se podrían poner en marcha es eliminar la prohibición que impide que las mujeres entren en las facultades de ingeniería. Sería una decisión rupturista y controvertida, pero la sociedad española ya está preparada para ello. También decían que sería imposible prohibir fumar en los restaurantes. No solo habrá que eliminar los controles y guardias de seguridad –ciertamente anacrónicos– a la entrada de los centros. Será necesario adaptar las asignaturas: algunas operaciones matemáticas son muy agresivas y testosterónicas, y hay que introducir en los teoremas la atención a los cuidados. Quizá no dé tiempo a llevar a cabo esta transformación en lo que queda de legislatura, pero es un proyecto que justifica por sí solo cuatro años más del presidente. Puede parecer optimista, pero sin una apuesta aparentemente ingenua por el futuro no se habrían producido muchos cambios emancipadores. Se necesitarán leyes y sobre todo muchos preámbulos. El día en que las españolas tengan la posibilidad de estudiar la carrera de matemáticas sin que sea necesario el consentimiento paterno puede estar más cerca de lo que pensamos. Y si continuamos por esa emocionante senda, en unos años podrán abrir su propia cuenta bancaria y salir al extranjero sin necesidad de que nadie les dé permiso. En poco tiempo podría haber mujeres que escribieran ensayos, dirigieran películas o hicieran operaciones a corazón abierto. Podrían no solo abrir una cuenta en el banco sino dirigir una entidad. Los países de nuestro entorno se verían impelidos a seguir nuestro ejemplo. Podrían producirse fenómenos revolucionarios como que una mujer dirija periódicos o televisiones públicas, que presida alguna comunidad autónoma o el Congreso de los Diputados. Con el tiempo, gracias al empeño personal del jefe del ejecutivo y al tesón de las fuerzas de progreso, alguna mujer podría ser ministra o vicepresidenta, e incluso, quién sabe, aspirar a la presidencia del Gobierno.

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